Muy de vez en cuando aparece una película que me entusiasma y eso me pasa con De amor y monstruos, estupenda aventura adolescente disponible en Netflix y nominada al Oscar a los mejores efectos especiales. La película plantea un futuro distópico y pasado de rosca en el que un meteorito provoca mutaciones imposibles en insectos, anfibios y lagartos, que acaban con la mayor parte de la población mundial y obligan a los humanos a refugiarse bajo tierra. En este ambiente conocemos a nuestro protagonista, Joel (Dylan O´Brien) quien, por amor, tendrá que atreverse a viajar enfrentándose a todo tipo de criaturas gigantes y mortíferas. No engaño a nadie, De amor y monstruos no inventa nada. Viéndola te acuerdas de películas recientes como Zombieland (2009) -con la que haría una buena doble sesión- pero también de clásicos apocalípticos en los que la supervivencia es lo importante, como Soy Leyenda en sus diferentes versiones -o incluso la serie The Walking Dead- y el entrañable cameo de Bruce Spence como 'Old Pete' necesariamente nos hace pensar en Mad Max. Y es inevitable emocionarse. Tiene además esta película un tono cercano a esas cintas de monstruos de stop motion que hacía el maravilloso Ray Harryhausen -aunque aquí los efectos especiales sean digitales- especialmente visible en un monstruoso cangrejo que nos hace viajar hasta La isla misteriosa (1961). Hay mucho de sentimental en esta película, para el fan del cine fantástico, como la aparición, en un pequeño papel como supuesto mentor -con un giro sorprendente- de Michael Rooker. La estructura argumental es, además, harto conocida: sigue las etapas del famoso viaje del héroe de Joseph Campbell prácticamente al pie de la letra. Pero a pesar de transitar por lo ya visto, De amor y monstruos me ha ganado por el mimo con el que desarrolla a su personaje protagonista, consiguiendo que nos identifiquemos con él en su búsqueda y con sus miedos y dudas. Estamos ante una película que tiene aventura, acción, sentido de la maravilla, mucho humor y que da buen rollo porque en ella todos los personajes son positivos -incluso algún monstruo-. Su mensaje es el de la solidaridad -y el amor- tras el fin del mundo y eso conecta con los tiempos que corren ¿O no?
DE AMOR Y MONSTRUOS -DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO
Muy de vez en cuando aparece una película que me entusiasma y eso me pasa con De amor y monstruos, estupenda aventura adolescente disponible en Netflix y nominada al Oscar a los mejores efectos especiales. La película plantea un futuro distópico y pasado de rosca en el que un meteorito provoca mutaciones imposibles en insectos, anfibios y lagartos, que acaban con la mayor parte de la población mundial y obligan a los humanos a refugiarse bajo tierra. En este ambiente conocemos a nuestro protagonista, Joel (Dylan O´Brien) quien, por amor, tendrá que atreverse a viajar enfrentándose a todo tipo de criaturas gigantes y mortíferas. No engaño a nadie, De amor y monstruos no inventa nada. Viéndola te acuerdas de películas recientes como Zombieland (2009) -con la que haría una buena doble sesión- pero también de clásicos apocalípticos en los que la supervivencia es lo importante, como Soy Leyenda en sus diferentes versiones -o incluso la serie The Walking Dead- y el entrañable cameo de Bruce Spence como 'Old Pete' necesariamente nos hace pensar en Mad Max. Y es inevitable emocionarse. Tiene además esta película un tono cercano a esas cintas de monstruos de stop motion que hacía el maravilloso Ray Harryhausen -aunque aquí los efectos especiales sean digitales- especialmente visible en un monstruoso cangrejo que nos hace viajar hasta La isla misteriosa (1961). Hay mucho de sentimental en esta película, para el fan del cine fantástico, como la aparición, en un pequeño papel como supuesto mentor -con un giro sorprendente- de Michael Rooker. La estructura argumental es, además, harto conocida: sigue las etapas del famoso viaje del héroe de Joseph Campbell prácticamente al pie de la letra. Pero a pesar de transitar por lo ya visto, De amor y monstruos me ha ganado por el mimo con el que desarrolla a su personaje protagonista, consiguiendo que nos identifiquemos con él en su búsqueda y con sus miedos y dudas. Estamos ante una película que tiene aventura, acción, sentido de la maravilla, mucho humor y que da buen rollo porque en ella todos los personajes son positivos -incluso algún monstruo-. Su mensaje es el de la solidaridad -y el amor- tras el fin del mundo y eso conecta con los tiempos que corren ¿O no?
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