LA SOCIEDAD DE LA NIEVE -SUPERVIVENCIA O TRASCENDENCIA


Dos ideas chocan continuamente en La sociedad de la nieve (2023) de J.A. Bayona, estrenada en Netflix tras pasar por los cines. Por un lado, el talentoso director utiliza la pantalla para mostrarnos las montañas de los Andes en toda su extensión, consiguiendo con ello que sintamos el desamparo de los protagonistas tras el famoso accidente aéreo de 1972. Por otro lado, Bayona debe convertir esa misma pantalla en un lugar estrecho, sofocante, claustrofóbico, en los muchos momentos en los que los supervivientes se ven encerrados en los restos del fuselaje del avión o enterrados bajo la nieve. Bayona brilla haciéndonos sentir en nuestras propias carnes la increíble hazaña de sobrevivir a condiciones inhumanas. Utiliza la planificación, el montaje, los efectos digitales y de sonido para mostrarnos de forma ejemplar secuencias como la caída de la aeronave -con un ojo privilegiado para el detalle gore- o el enterramiento bajo un alud de nieve. También se vale Bayona de unas estupendas interpretaciones que transmiten desesperación: bocas que se abren buscando respirar, manos crispadas arañando la nieve para abrirse camino. La sociedad de la nieve podría haber sido un estupendo ejercicio de estilo sobre la supervivencia en una situación límite, como dejan claro las fantásticas escenas de catástrofe de la película. Pero el director no se conforma con abordar la hazaña desde un punto de vista físico y parece sentirse exigido a buscar una mayor trascendencia humana en el relato. Es entonces cuando la propuesta naufraga: una voz en off suaviza la narración para que nadie se quede fuera y los diálogos de los personajes sirven para encarar el dilema moral del relato, el canibalismo, de una forma demasiado obvia. Son diálogos que parecen mucho menos efectivos si los comparamos con la secuencia en la que Bayona nos muestra ese primer consumo de carne humana, que consigue poner los pelos de punta y que tiene registros del buen cine de terror, gracias a un soberbio uso del punto de vista. Bayona plantea, además, un fastidioso conflicto sobre la fe y su validez en una situación de crisis y de encarar directamente a la muerte, que finalmente desactiva él mismo con una innecesaria vuelta de tuerca de guión, una sorprendente revelación, innecesaria y decepcionante, que lastra una película que no sabe confiar en sus propias imágenes.

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