En 1977, la editorial Marvel Comics comenzó a publicar la versión en papel de la película Star Wars (George Lucas, 1977). Escritos por Roy Thomas y dibujados por Howard Chaykin, los primeros números de la serie contaban la misma historia que se veía en la película. Pero enseguida Marvel pudo comenzar a contar sus propias aventuras con total libertad. El caso es que tuvieron, quizás, demasiada: se inventaron incluso un extraterrestre, Jaxxon, con el aspecto de un gigantesco conejo verde. Ríete tú de Jar Jar Binks. Cuando tres años más tarde se estrenó El Imperio contraataca (Irving Kershner, 1980), todo lo que nos habían contado en los tebeos se fue a la mierda. Estoy hablando del canon, el dogma de fe de los frikis. Lo que importaban eran las películas de George Lucas y lo que se inventaran en los cómics quedaba, por así decirlo, desmentido.
Cuenta la leyenda que James Cameron era un camionero hasta que vio Star Wars. Entonces decidió hacer cine. Su gran aportación al séptimo arte es, sin duda, Terminator (1984). La película fue un éxito y un clásico instantáneo, sobre todo tras su comercialización en vídeo doméstico. Por ello, la editorial independiente de cómics Dark Horse debe haber decidido editar historietas basadas en la película (en 1991 lo haría también con Star Wars). En 1989, aparecía Terminator Tempest. En esta miniserie de cuatro números, el guionista John Arcudi se imaginaba que, tras la historia de la primera película, se producía un segundo viaje en el tiempo hacia 1984. Exploraba terreno virgen. Faltaban varios meses para que se estrenara Terminator 2: El juicio final (James Cameron, 1991).
Lo curioso es que Acurdi se anticipa en su historia a ciertos elementos de la secuela de Cameron. Terminator Tempest sigue el mismo esquema de la primera película, pero aumentando el número de personajes. Ahora viajan al pasado varios soldados del futuro y les persiguen otros tantos Terminators, masculinos y femeninos, como en Terminator 3: La rebelión de las máquinas (Jonathan Mostow, 2003). Lo interesante es que esta vez los soldados de la resistencia tienen como objetivo matar al creador de Skynet antes de que esta exista, lo mismo que hará en la pantalla una obsesiva Sarah Connor (Linda Hamilton). En el cómic, el objetivo a matar es el doctor Hollister, mientras que en la película el papel de "padre" de Skynet recae en un personaje diferente, Miles Dyson (Joe Morton). Como veis, igual que con Star Wars, son las películas las que imponen el canon oficial. Hay más coincidencias entre este tebeo y la película de Cameron. En Terminator Tempest se descubre que la creación de Skynet se debe al hallazgo de los restos del primer Terminator que fueron sometidos a retro-ingeniería. Justo lo que ocurre en la secuela.
Por otro lado, Terminator Tempest incluye otro concepto que veremos luego en posteriores secuelas de la saga cinematográfica. Hay un personaje, Dudley, que es revelado como un cyborg híbrido, en la línea del Marcus (Sam Worthington) de Terminator Salvation (McG, 2009) o incluso en la del envilecido -AVISO SPOILER- John Connor (Jason Clark) de Terminator Génesis (Alan Taylor, 2015). No son más que casualidades, pero resulta curiosa la coincidencia de ideas creativas. Algo similar ocurrió con otro cómic de Dark Horse que continuaba la historia de Predator (John McTiernan, 1987). Predator: Concrete Jungle (Mark Verheiden & Chris Warner, 1989) anticipaba una historia muy similar a la que luego veríamos en los cines en Predator 2 (Stephen Hopkins, 1990).
PELÍCULA ANTERIOR: TERMINATOR
PELÍCULA ANTERIOR: TERMINATOR
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