Puede parecer a simple vista que la cuarta entrega de Terminator se desmarca de las tres películas anteriores de la saga, pero si miramos atentamente, probablemente llegaremos a la conclusión de que se parece y mucho a sus predecesoras. Puede parecer que Terminator Salvation no sigue el esquema que se había repetido ya tres veces: dos viajeros temporales regresan al pasado para matar a un persona -de apellido Connor- que es la clave de la resistencia en un futuro dominado por las máquinas. Pero la verdad es que el principal mérito de esta película es camuflar y servirse de ese mismo argumento, aunque a la inversa.
Hay un cambio de escenario: ya no estamos en el presente, sino en ese futuro apocalíptico que hasta ahora solo habíamos podido ver en escenas muy breves que, curiosamente, eran flashbacks para los viajeros temporales. Marcus Wright (Sam Worthington) parece morir en el presente para luego resucitar en el futuro, en un 2018 regido por Skynet. Ese salto le convierte en otro viajero del tiempo. Lo que no sabe Marcus es que él también es un Terminator y que su misión vuelve a ser matar a John Connor (Christian Bale). Este todavía no es el líder de la resistencia, pero escucha atentamente las grabaciones de su madre, Sarah Connor (la voz de Linda Hamilton), está casado con Kate (Bryce Dallas Howard) y hasta le sigue gustando la música de Gun N´s Roses (yuck). El objetivo de Connor aquí es localizar y salvar a Kyle Reese (Anton Yelchin) para, en el futuro, enviarle al pasado para que pueda conocer a su madre y convertirse en su padre. La paradoja temporal que es el corazón de la saga de Terminator, se mantiene intacta. Si en las tres anteriores películas teníamos a dos viajeros temporales, uno con el objetivo de matar, el otro con la misión de proteger, aquí Marcus cumple los dos papeles al mismo tiempo. Sin saberlo, lleva a Connor a una trampa, para luego recapacitar -el mensaje de la película tiene que ver con "las segundas oportunidades"- y salvarle. Hay además una reflexión -superficial- sobre lo que significa ser humano, que parece sacada de Blade Runner (Ridley Scott, 1982). A todo esto hay que agregar que Terminator Salvation cumple también con esas frases que aparecen en todas las películas: "Ven conmigo si quieres vivir"; "Volveré" y "El futuro no está escrito". Por último, aparece el rostro -digital- de Arnold Schwarzenegger, con lo que ya tenemos todos los elementos de la película original. Nada ha cambiado.
Terminator Salvation funciona a la perfección como una secuela de Terminator 3: La rebelión de las máquinas (Jonathan Mostow, 2003) ya que continúa la historia tras el juicio final que veíamos al final de aquella. Sus protagonistas, John Connor y Kate Brewster, se mantienen también aquí, aunque interpretados por otros actores. Pero al mismo tiempo, esta cuarta entrega es la precuela perfecta de Terminator (James Cameron, 1984): se nos cuenta cómo John Connor se convierte en líder de la resistencia, cómo conoce a su futuro padre Kyle Reese, cómo se hace la cicatriz en su rostro y aparece además el primer prototipo de un T-800. El único elemento que nunca se ha visto en una película de Terminator -aunque sí en los cómics inspirados en la saga- es la máquina del tiempo que posibilita todo el argumento.
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