Cuando Faye Dunaway dijo La La Land, Warren Beatty parecía desorientado sobre el escenario de la gala de los Oscar. Estoy seguro de que todos pensamos que la octogenaria leyenda de Hollywood comienza a perder facultades mentales (cuando, seguramente, a cualquiera nos habría pasado exactamente lo mismo). Pensando en eso resulta curioso cómo la vida acaba imitando al arte, porque en su nueva película, Beatty interpreta a un excéntrico Howard Hugues en el ocaso de su vida y enfrentado a la acusación de haber perdido completamente la razón. El millonario inventor y cineasta, que ya fue retratado por Martin Scorsese en El aviador (2004), aparece aquí rodeado del misterio que fue en vida, y visto desde la perspectiva de una pareja de jóvenes soñadores, interpretados por Lily Collins -Blancanieves (Mirror, Mirror) (2012)- y Alden Ehrenreich -futuro Han Solo- quien, por cierto, guarda cierto parecido con el joven Warren Beaty, que aparece, de hecho, en esta película a través de fotografías trucadas que le convierten en el Howard Hughes de sus años mozos, siempre en compañía de alguna actriz famosa de Hollywood. Por eso es imposible no ver en La excepción a la regla una película testamento, por la edad de Beatty, pero también por su mirada al pasado, nostálgica aunque no inocente, de un tiempo que él vivió en carne propia. El personaje de Beatty, Howard Hughes, vive encerrado en su Xanadú personal, mirando las viejas películas de su propia filmografía, evitando hablar con nadie más que por teléfono. Quizás, ese Hughes medio ermitaño, habría sido más feliz -y más normal- hoy, en nuestra época de videoconferencias y whatsapps; pero lo que es seguro es que Beatty desea volver al pasado. Su película tiene las hechuras del cine clásico, el ritmo y la densidad de una película "de las de antes". El director deja que los actores se luzcan, empezando por él mismo, demostrando ser capaz de componer un Howard Hughes con muchos tics, disparatado, pero también verosímil en sus momentos de lucidez y con un aura decididamente tragicómica. Beatty filma a Lilly Collins como si fuera la nueva Audrey Hepburn y a Ehrenreich como si fuera él mismo en Esplendor en la hierba (1961). El resto del reparto es de auténtico lujo: Matthew Broderick, Annette Bening, Candice Bergen, Martin Sheen, Ed Harris, Oliver Platt, Alec Baldwin, Paul Sorvino, Taissa Farmiga y Steve Coogan se reparten pequeños papeles. La excepción a la regla es una película intrigante, con momentos muy divertidos de comedia disparatada y otros de melodrama romántico. Pero como ya he dicho, Beatty no es un nostálgico y en su film de cine clásico irrumpen momentos impensables con el Código Hays: una mancha vergonzosa en un pantalón; una mujer que, colocándose el bolso, estropea el plano de dos amantes que se abrazan.
LA EXCEPCIÓN A LA REGLA: ESPERANDO A HOWARD HUGHES
Cuando Faye Dunaway dijo La La Land, Warren Beatty parecía desorientado sobre el escenario de la gala de los Oscar. Estoy seguro de que todos pensamos que la octogenaria leyenda de Hollywood comienza a perder facultades mentales (cuando, seguramente, a cualquiera nos habría pasado exactamente lo mismo). Pensando en eso resulta curioso cómo la vida acaba imitando al arte, porque en su nueva película, Beatty interpreta a un excéntrico Howard Hugues en el ocaso de su vida y enfrentado a la acusación de haber perdido completamente la razón. El millonario inventor y cineasta, que ya fue retratado por Martin Scorsese en El aviador (2004), aparece aquí rodeado del misterio que fue en vida, y visto desde la perspectiva de una pareja de jóvenes soñadores, interpretados por Lily Collins -Blancanieves (Mirror, Mirror) (2012)- y Alden Ehrenreich -futuro Han Solo- quien, por cierto, guarda cierto parecido con el joven Warren Beaty, que aparece, de hecho, en esta película a través de fotografías trucadas que le convierten en el Howard Hughes de sus años mozos, siempre en compañía de alguna actriz famosa de Hollywood. Por eso es imposible no ver en La excepción a la regla una película testamento, por la edad de Beatty, pero también por su mirada al pasado, nostálgica aunque no inocente, de un tiempo que él vivió en carne propia. El personaje de Beatty, Howard Hughes, vive encerrado en su Xanadú personal, mirando las viejas películas de su propia filmografía, evitando hablar con nadie más que por teléfono. Quizás, ese Hughes medio ermitaño, habría sido más feliz -y más normal- hoy, en nuestra época de videoconferencias y whatsapps; pero lo que es seguro es que Beatty desea volver al pasado. Su película tiene las hechuras del cine clásico, el ritmo y la densidad de una película "de las de antes". El director deja que los actores se luzcan, empezando por él mismo, demostrando ser capaz de componer un Howard Hughes con muchos tics, disparatado, pero también verosímil en sus momentos de lucidez y con un aura decididamente tragicómica. Beatty filma a Lilly Collins como si fuera la nueva Audrey Hepburn y a Ehrenreich como si fuera él mismo en Esplendor en la hierba (1961). El resto del reparto es de auténtico lujo: Matthew Broderick, Annette Bening, Candice Bergen, Martin Sheen, Ed Harris, Oliver Platt, Alec Baldwin, Paul Sorvino, Taissa Farmiga y Steve Coogan se reparten pequeños papeles. La excepción a la regla es una película intrigante, con momentos muy divertidos de comedia disparatada y otros de melodrama romántico. Pero como ya he dicho, Beatty no es un nostálgico y en su film de cine clásico irrumpen momentos impensables con el Código Hays: una mancha vergonzosa en un pantalón; una mujer que, colocándose el bolso, estropea el plano de dos amantes que se abrazan.
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