El cliffhanger de este quinto episodio de Legión se veía venir desde el principio. Un giro -esperado- que nos hace creer que todo lo que hemos visto solo existía en la mente del protagonista, David Haller (Dan Stevens). Una sorpresa para la que ya estábamos preparados, tras precedentes como El club de la lucha (David Fincher, 1999) o la reciente Mr. Robot (2015). La -supuesta- revelación es que los personajes que rodean a Haller tienen en realidad otros roles en lo que suponemos es "la vida real". Por ejemplo, Lenny (Aubrey Plaza) estaría viva y sería la terapeuta de un centro psiquiátrico en el que estarían ingresados todos. Esto me recuerda al final de El Mago de Oz (1939) en el que personajes como el Espantapájaros o el León son trasuntos de personas que Dorothy (Judy Garland) conoce en la vida real, en Kansas. Pero lo más probable es que esto sea una nueva fantasía creada por Haller, que en este mismo episodio ha demostrado la capacidad de generar sus propios espacios casi reales: esa habitación blanca -muy Kubrick- en la que tocar a Syd Barret (Rachel Keller) está permitido. Habrá que ver qué cuentan en el sexto capítulo para comprobar la verdad. Antes de esto, el episodio adquiere un estimulante tono de película de terror, de pesadilla, un poco como el reino onírico de Freddy Krueger (Robert Englund) en Pesadilla en Elm Street (Wes Craven, 1984). Solo que aquí los monstruos son el Demonio con los ojos amarillos y Angry Boy.
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