Siete hermanas tiene una más que interesante premisa de ciencia ficción "dura": en un futuro distópico -y temiblemente cercano- la sobrepoblación obliga al Gobierno -de Estados Unidos, se entiende- a limitar la natalidad a un solo hijo. Cualquier hermano será sometido a un proceso de criogenización hasta que la situación mundial -escasea el alimento, aumenta la contaminación- mejore. Es entonces cuando nacen siete hermanas -matando a su madre, por supuesto- que tendrá que criar un abuelo -Willem Dafoe, The Florida Project (2017)- dispuesto a todo para que sobrevivan. Años más tarde, las septillizas, bautizadas según los días de la semana, han hallado la forma de sobrevivir en la clandestinidad: aunque de puertas para dentro cada una tiene su propia personalidad, en la calle y en el trabajo todas representan a la misma persona, Karen Settman. Interpretadas las siete hermanas por Noomi Rapace -Prometheus (2012)- ella es lo mejor de la función. Lamentablemente, la película opta por desarrollar su argumento de la forma más convencional y comercial posible, con mucha acción. Las peleas, tiroteos y persecuciones que se suceden durante el metraje resultan sin duda entretenidos, pero son escenas intercambiables con las de cualquier film de este tipo -la serie Resident Evil; Yo, robot (2004); Los sustitutos (2009) y seguro que se te ocurren más ejemplos- pero encima, tomándose demasiado en serio. Dichas escenas de acción, además, no están demasiado justificadas -no se hace ningún esfuerzo en explicar las habilidades para el combate de algunas hermanas-. Se podría haber aprovechado mejor el buen hacer interpretativo de Rapace, haciendo que sus 7 personajes dieran algo más de juego, que se diferenciasen mejor unos de otros. Pero es que tras la cámara está el noruego Tommy Wirkola, director siempre pirotécnico que se dio a conocer con los zombies nazis de Dead Snow (2009), se asomó a los presupuestos más holgados con la simpática Hansel y Gretel: Cazadores de brujas (2013) y aquí se propone como realizador de blockbusters de gran empaque. Con una villana como Glenn Close y algunos giros argumentales que pretenden sorprender, Siete hermanas resulta estimable pero también olvidable. No resiste la comparación con películas de otra época como Cuando el destino nos alcance (1973), de premisa similar pero tono mucho más adulto. ¿Cómo habría sido esta misma historia en manos de, por ejemplo, Terry Gilliam?
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