Creador de la saga Saw (2004), de Insidious (2010) y el cerebro detrás de la franquicia Expediente Warren (2013), James Wan es algo así como el rey Midas del cine de terror, un tipo con un olfato comercial indiscutible que cuenta sus proyectos por éxitos. La esperada tercera entrega de Expediente Warren -que también cuenta con múltiples spin off como Annabelle (2014) y sus secuelas, La monja (2018) y La Llorona (2019)- tiene todos los ingredientes para ser un nuevo triunfo. La estupenda pareja de actores que forman Vera Farmiga y Patrick Wilson -como los investigadores paranormales de la vida real, Lorraine y Ed Warren- se enfrentan de nuevo a lo demoníaco, pero esta vez no estamos ante una casa encantada, sino ante una investigación judicial sobre un sórdido crimen, que lleva al matrimonio a enfrentarse a varias situaciones terroríficas en escenarios inéditos en la serie: comisarías, escenas del crimen y hasta una morgue. Este cambio de subgénero es una innovación muy inteligente, ya que tras la cámara no está un genio como Wan, que convirtió las casas embrujadas de The Conjuring (2013) y El caso Enfield (2016) en divertidísimos trenes de la bruja. Aquí dirige un competente Michael Chaves -La Llorona (2019)-, que no tiene la misma pericia que Wan para crear la expectativa previa al susto -pero es que quizás nadie la tiene- pero que sí cuenta con recursos suficientes para mantener la tensión durante todo el metraje y aporta algunas estupendas ideas visuales para las apariciones espectrales. La película tiene mucho a su favor: posesiones violentas y espectaculares -como Sam Raimi con esteroides-; posesos contorsionistas; la música del habitual Joseph Bishara a tope; mencionemos también al actor Jon Noble, inquietante como un experto en satanismo; y un matrimonio Warren que recuerda a unos Mulder y Scully de lo satánico -sólo que aquí él tiene fe y ella sabe que hay algo más allá-. Expediente Warren: Obligado por el demonio es una sólida secuela -ya quisieran muchas franquicias una trilogía de tanta calidad- que ningún fan del terror debería perderse en cines.
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