MARE OF EASTTOWN -LA COMEDIA HUMANA


Si nos atenemos a su premisa argumental, una detective debe resolver la desaparición de una joven en un pequeño pueblo, Mare of Easttown no propone nada nuevo. Es interesante analizar entonces por qué estamos ante una de las series del año. Lo primero que destacaría en esta ficción -disponible en HBO España- son sus personajes. El creador de la serie, el guionista Brad Ingelsby -The Way Back (2020)- conjuga el relato detectivesco con sus acostumbrados giros -estamos ante un whodunit- con una fabulosa construcción de personajes. El relato no sufre por detenerse a retratar hasta el más insignificante de los vecinos de Easttown, un pueblo que, como indica el título, es tan importante como la protagonista. Este hábil retrato de todos los habitantes de la comunidad dota de vida el universo por el que se mueve la heroína, Mare Sheehan, desde su hogar familiar, pasando por su lugar de trabajo en la comisaría, y hasta los bares, la iglesia o los ambientes juveniles. Cada personaje es importante y esconde su pequeña tragedia, lo que consigue que todos sean más o menos importantes. Sobre todo porque no estamos ante un relato de 'buenos y malos', sino de seres humanos con defectos, empezando por la propia Mare, un fantástico personaje maravillosamente interpretado por una Kate Winslet a la que no le interesa el glamour. Sin maquillar, despeinada y con algo de sobrepeso -al menos para los estándares de las estrellas de Hollywood- Winslet se pasea cansadamente por el pueblo, hablando con todos -porque los conoce a todos- cargando sobre sus hombros con la responsabilidad de arreglar el mundo, ocupándose de los problemas de su familia, de su trabajo policial y hasta del yonqui del pueblo. Problemas que no podrá resolver con una varita mágica, que le harán equivocarse y que le granjearán, paradójicamente, la antipatía de todos. Es imposible no sentirse identificado con esta mujer y detective, madre de familia ¡Y abuela! en un estupendo, novedoso y fresco retrato que se aleja del gastado cliché del detective quemado y con traumas. Winslet solo necesita hacer una pregunta casual o fijarse en un objeto escondido en un cajón, para hacernos saber que su personaje ha descubierto algo que le dará un vuelco a su investigación. Alrededor de Winslet, un estupendo elenco: Jean Smart como la madre sabia que aporta el toque de humor; Angourie Rice como la hija adolescente y rebelde que no resulta insoportable; Guy Pearce como el ineludible interés romántico, que evita lo cursi de forma brillante y madura; Evan Peters, como el detective joven e inocente, perfecto en el papel. Todos brillan gracias a un altísimo nivel de escritura e interpretación que me recuerda nada menos que a David Simon y The Wire, con la que comparte una mirada humanista y compasiva sobre la mayoría de los personajes. Palabras mayores.

Ya he dicho que Mare of Easttown conjuga un argumento policial trepidante con el retrato costumbrista de seres humanos que llegamos a entender y querer. Pero hay más. Porque debajo de todo eso subyace un tema principal, que, de forma subterránea eleva el conflicto emocional hasta niveles que llegan a ser insoportables en alguna escenas -y especialmente en el episodio final-. Ese tema es el de la paternidad irresponsable. Si prestáis atención, todos los personajes de la serie pertenecen a dos grupos. Primero están los padres que han sido incompetentes, de alguna manera, en el cuidado de sus hijos, que no han podido educarlos adecuadamente o protegerlos de los males del mundo. Que no han podido evitar que cometan errores fatales. Padres que lo han sido demasiado pronto y que no han podido afrontar la exigencia de traer una vida al mundo. Y por otro lado están esos hijos, decepcionados y enfadados, que no han recibido de sus padres la atención y el amor que deseaban. Esa reflexión que coloca sobre los hombros de los padres el origen de todos los males del mundo y que convierte a los hijos en las víctimas de sus pecados, es también lo que hace de Mare of Easttown una serie diferente y una de las mejores de los últimos años.

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