Lo mejor que se puede decir de Maricón perdido, una suerte de memorias con elementos de ficción, en forma de serie televisiva, creada por Bob Pop, es que es valiente. El autor no tiene reparos en mostrarse tal como es -o como ha sido- con sus inseguridades, miedos, su dolor y su gloria. Y es esta honestidad el gran atractivo de esta serie emitida por TNT -disponible bajo demanda- que nos muestra los traumas de ser homosexual -o simplemente, diferente- en una sociedad retrógrada y machista. Ser gay, inevitablemente, es lo que marca la historia del personaje principal, Roberto, al que interpretan dos estupendos actores, Carlos González y Gabriel Sánchez -lo hacen tan bien que llegamos a confundirlos- en diferentes momentos de su vida. Roberto es un adolescente, y luego un hombre, que no encaja, que sufre por su soledad, por el acoso al que es sometido por los diferentes abusones a los que se va encontrando en su vida, y por su familia disfuncional: fantástico el retrato que hacen de los padres Candela Peña y un aterrador Carlos Bardem. Roberto es una persona sensible y creativa, que se refugia en la ficción de novelas -que le recomienda su abuelo, entrañable Miguel Rellán- y del cine; y que encontrará su camino, precisamente, expresándose como escritor. Los guiones de Bob Pop son eficaces balanceando los elementos más oscuros, sórdidos y duros de la trama, con un agradecido sentido del humor y cierta nostalgia. Porque se mira hacia atrás con cariño incluso a los peores trances. En solo seis capítulos, Bob Pop repasa su vida y creo que la brevedad de la serie es su mayor defecto: las situaciones planteadas y las reflexiones que podemos extraer de ellas se nos escapan demasiado rápido. Además, los personajes, muy bien diseñados, piden más espacio, más historias, más capítulos, una segunda temporada. Y sobre todo, Maricón perdido tiene la virtud de ser necesaria: hacen falta referentes para ese chaval gay que no se ve reflejado en la pantalla de la televisión española, que quizás no encuentra ficciones que le den la réplica a las cosas que le pasan y a las preocupaciones que no le dejan dormir por las noches. El propio Bob Pop reconoce abiertamente cómo el cine de Pedro Almodóvar le ha marcado en su vida y en su obra, y el director manchego es una presencia importante en esta serie. Así que puedo imaginar que Maricón perdido servirá también de ejemplo y de inspiración para los chavales de una nueva generación que siguen huérfanos de ficciones que les representen.
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