En 1975, Jack Kirby, creador junto a Stan Lee del Universo Marvel, volvía a la editorial tras cumplir una breve etapa en DC Comics. A su vuelta, Kirby creó varias series de personajes, entre ellos, Los Eternos, que ahora se convertirán en la nueva película de Marvel Studios, dirigida nada menos que por Chloé Zhao de Nomadland. Aquella serie de Kirby apenas contó con 19 números y un anual. En ella, The King desarrolló una historia que recogía conceptos inspirados en la obra de Erich Von Däniken sobre la visita de los extraterrestre a la Tierra en la prehistoria y la antigüedad y sobre cómo influyeron en la evolución de la raza humana. Ideas que ya estaban presentes en la adaptación que hizo Kirby para Marvel de 2001: Una odisea del espacio (1968). Kirby utilizó esos estimulantes conceptos de ciencia ficción para crear algo parecido a un grupo de superhéroes, aunque los Eternos son en realidad una raza de seres inmortales, que claramente reflejan a los dioses de diferentes mitologías, pero sobre todo a los de la griega. Sus enemigos: los desviantes, monstruosos y capaces de cambiar de forma. Atrapados en medio de esta guerra eterna, una tercera raza, la nuestra. Y todos creados por unos misteriosos dioses del espacio, los gigantescos celestiales. En estos cómics, Kirby muestra sus acostumbrados personajes toscos, las colosales máquinas que ya vimos en Fantastic Four, criaturas extrañas y ciudades imposibles que recuerdan a Asgard, y enormes páginas mostrando sus descabellados y exagerados diseños. Kirby en estado puro. Quizás sin el dinamismo de otras creaciones suyas con más acción, como el Capitán América, el Kirby guionista recarga un poco las viñetas con diálogos y explicaciones. La trama, además, se aleja mucho de los convencional en un tebeo de superhéroes: el protagonismo va pasando de un eterno a otro y a veces el punto de vista pasa a los humanos, que parecen salidos de una película de ciencia ficción de los años 50. En los primeros 12 números, Kirby, con su habitual creatividad avasalladora, va creando conceptos -la Unimente-, presentando personajes y villanos, y abriendo tramas con una ambición que, lamentablemente, no tendrá continuidad.
En los últimos números de Los Eternos, Jack Kirby, que habría intentado mantener a sus personajes al margen del Universo Marvel, parece verse obligado a introducir a una de sus creaciones más famosos, el Increíble Hulk. Una estrella invitada que no solo no aporta demasiado y cuya historia se desvía de la trama principal, sino que encima ni siquiera es el verdadero coloso esmeralda, sino un robot, absurdamente creado por unos estudiantes científicos que no vienen a cuento. Y es que la narrativa de Kirby, en estos Eternos, adolece de cierta inocencia desfasada, quizás, para 1975, con ideas y desarrollos más propios de los años 60. Otro ejemplo: en el anual del que gozó la colección, protagonizado por dos personajes secundarios, pero interesantes, el Rechazado y Karkas, se enfrentan a figuras históricas como Jack el destripador o Atila el huno en un relato que me parece naive. En definitiva, el potencial que prometía esta serie en sus primeros números acaba desperdiciándose con historias dispersas y un final abrupto. La serie encontraría su final en la colección de Thor, entonces guionizada por Roy Thomas y dibujada por el gran John Buscema, pero siempre nos quedará la duda de qué habría hecho Kirby si hubiese podido completar con libertad lo que tenía en mente.
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