CAZAFANTASMAS: MÁS ALLÁ -DE PADRES A HIJOS


Si habéis crecido en los años 80 probablemente améis a los Cazafantasmas. Aquella película de Ivan Reitman era realmente una adelantada a su época, al fusionar la aventura fantástica con toques de ciencia ficción que tanto éxito tenía con las películas firmadas por George Lucas o Steven Spielberg, con la comedia americana en su vertiente de Saturday Night Live. Sin llegar a la parodia, Los Cazafantasmas (1984), tenía todo para triunfar: efectos especiales espectaculares, diseños de criaturas y gadgets chulísimos, mucho sentido del humor y un pegadizo tema pop que no se toma en serio a sí mismo. Una fórmula que a día de hoy sigue teniendo un éxito tremendo: desde Men in Black (1997) hasta Guardianes de la Galaxia (2014) de Marvel Studios. Lamentablemente, los fans de los Cazafantasmas originales nunca tuvimos una tercera entrega, por lo que esta Cazafantasmas: Más allá llega con retraso, cuando ya nos ha abandonado uno de los miembros originales del grupo, Harold Ramis, estupendo guionista, actor y director, nada menos, que de Atrapado en el tiempo (1993). A él está dedicada esta película que, en realidad, no habla de la nostalgia -esa la pondrán los propios espectadores- sino del legado de padres a hijos. Esto es así desde que el director es Jason Reitman, que ha firmado cintas independientes estupendas como Tully (2018) -precisamente sobre lo difícil que es ser padre- y que es el hijo de Ivan Reitman, director de la cinta original, de su secuela y de algunas de las comedias más representativas de los años 80 y 90. Así, la primera película comercial de Jason Reitman es también su película más personal, un homenaje a su propio padre -y a Harold Ramis- que apuesta todas sus cartas a la emoción. Reitman se lleva la historia de los Cazafantasmas fuera de Nueva York -la ciudad era un personaje más en la cinta original- buscando recuperar la inocencia de la América profunda -casi podría decir que de la América vaciada- en un pueblo del que los jóvenes, seguramente, querrán escapar para convertirse en adultos -un poccomo en American Graffiti (1973)-. Así, Cazafantasmas: más allá es una nueva operación arqueológica -como lo han sido ya Jurassic World (2015) o Star Wars: El despertar de la Fuerza (2015)- que busca desenterrar y desempolvar de forma fetichista reliquias como las mochilas de protones y el Ecto-1 para presentarlos a una nueva generación de espectadores. Cazafantasmas: Más allá es una película dirigida por el hijo del director de la cinta original cuyos espectadores ideales son los padres que la vieron en los 80, acompañados de sus hijos, lo que garantiza el impacto emocional. Reitman construye una historia sobre el legado de padres y abuelos en tono de comedia de baja intensidad, de media sonrisa, en la primera parte de la película, para luego dejarse llevar por los efectos especiales y el fan service. No engaña realmente a nadie, porque nos da lo que queremos ver y, probablemente, lo que también él quiere recrear. Y si la operación es exitosa se debe sobre todo a un elenco que es puro carisma. Empezando por la siempre fantástica Carrie Coon, como esa madre soltera que tantas veces vimos en el cine ochentero; pero hay que destacar sobre todo a la verdadera protagonista, Phoebe, una entrañable McKenna Grace -Un don excepcional (2017)- que es lo mejor de la película. Mencionemos también al pequeño Logan Kim, encargado de resucitar el espíritu de Ray Stantz; a Finn Wolhard -que ya vistió de Cazafantasma en Stranger Things- y a Paul Rudd, que representa al friki de la película original y conecta la cinta con la nueva comedia americana. Esto por no mencionar a quienes ya sabréis. Con estas cartas, Reitman, sin embargo, se limita a hacer un remake encubierto del film de 1984. Lo que significa, lamentablemente, que estamos ante la tercera película de Cazafantasmas que repite la misma historia y los mismos esquemas. ¿Cuándo veremos una verdadera nueva historia sobre estos personajes? Nos perdáis las escenas postcréditos.

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