UNA BONITA MAÑANA -LAS COSAS DE LA VIDA


Es de admirar la ligereza con la que cierto cine francés puede hablar de los grandes temas de la vida, sin hacer una tragedia de ello. En Una bonita mañana, la directora Mia Hansen-Love nos presenta a Sandra, una mujer normal y corriente -aunque sea interpretada por la bellísima Léa Seydoux, fantástica actriz- que aquí es una madre -viuda- que debe afrontar la enfermedad degenerativa de su padre -un inmenso Pascal Gregory-. La relación padre-hija es la que marca el tono de la película: Sandra ve como la luz de su padre -un profesor de filosofía- se va apagando poco a poco y sin remedio. Hansen-Love habla de cómo despedirnos de los seres queridos, de cómo los libros de una biblioteca personal, construida durante toda una vida, deben encontrar un nuevo dueño. Y a través de esa vivienda personal, autobiográfica, la realizadora y guionista nos habla también de la sanidad pública y del problema de nuestra sociedad para cuidar de los mayores y de los dependientes. Pero además, veremos cómo Sandra debe lidiar con la vida, que no se detiene a pesar de las desgracias: debe trabajar y cuidar de su hija. ¿Le queda tiempo para intentar ser feliz? Una bonita mañana es también la historia de Sandra y Clément (Melvil Poupaud), un viejo amigo que se convierte en compañero y que también tiene una tremendad necesidad de amor, de piel, de llenar un vacío y de curar su soledad. Hansen-Love nos muestra una relación de amor, complicada por la situación de cada uno y por el pasado, pero también una relación de deseo carnal. Es admirable cómo Hansen-Love equilibra todos estos elementos en un relato compuesto por paseos por el parque, viajes en metro y autobús, visitas al hospital, las cosas de la vida.

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