20.000 ESPECIES DE ABEJAS -IDENTIDAD DE GÉNERO


Cuando tu nombre no te representa.
20.000 especies de abejas plantea dramáticamente que el nombre es el elemento clave para definir la identidad. En la película, Aitor (Sofía Otero) es un niño que se sabe niña y que viaja con su madre y hermanos al pueblo de su familia materna, en el que se ha perdido, no por casualidad, la imagen de San Juan Bautista. La ópera prima de Estibaliz Urresola Solaguren está llena de metáforas sobre la identidad de género, sobre lo masculino y lo femenino, sobre los cuerpos: Aitor juega con una muñeca rota, que solo tiene piernas; la charla sobre cómo una larva de abeja se puede convertir en obrera, zángano o reina; como Aitor se crea 'pechos' de espuma durante un juego infantil; la forma en la que la madre del niño moldea esculturas de cera, modificando los cuerpos como si fuera Prometeo; la idea religiosa de que al morir, nuestros cuerpos serán polvo mientras nuestras almas -nuestra identidad- asciende; y muchas otras más. Aitor -que se ha rebautizado a sí mismo como Coco, un nombre sin género- se enfrenta constantemente a las ideas sociales preconcebidas sobre lo que debe hacer un niño y lo que se supone que es una niña. Su madre, Ane (Patricia López Arnaiz), intentará defenderle de las ideas conservadoras de su familia -muy religiosa- y de los prejuicios del pueblo, aún sin ser del todo consciente de lo que está pasando con su hijo. Por otro lado, Ane, se enfrenta también a la búsqueda de su propia identidad, bajo la sombra artística de su padre -precisamente, el escultor de la talla perdida del Bautista- y al choque generacional con su propia madre. 20.000 especies de abejas es también una película sobre la educación de nuestros hijos y toca temas muy presentes en la sociedad de 2023: ¿Debemos ponerles límites a los niños o estimularlos para que encuentren su propio camino, por difícil que éste sea? Con un guión muy trabajado para que todas estas ideas se desarollen a través de situaciones cotidianas y realistas, la película de Urresola consigue también que sus personajes nos resulten cercanos y reconocibles, gracias también a las estupendas interpretaciones de López Arnaiz y Otero -Oso de Plata a la mejor actriz en el Festival de Berlín- y a un ajustado reparto -estupenda también Ane Gabarain, en un personaje funcional, pero muy humano-. En el clímax de la película -que no es más que un principio-, de nuevo, el nombre juega un papel clave, en la escena más emocionante de la película.

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