Los Guardianes de la Galaxia (2014) en el mundo de El señor de los Anillos (2001). Ese podría haber sido el pitch para lanzar el proyecto de Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones, nueva adaptación del juego de rol, que ya ha sido llevado a la literatura, los videojuegos, la animación y el cine. La película que nos ocupa es un producto entretenido que, sin tapujos, copia la exitosa fórmula -para algunos agotada- de Marvel Studios: personajes -y actores- carismáticos embarcados en una aventura con mucho humor y efectos especiales, en la línea de James Gunn y Taika Waititi. No hay más. Un tándem de directores, John Francis Daley y Jonathan Goldstein, bregados en la comedia, son los encargados de llevar a buen puerto este producto, que roba también de Juego de tronos (2011) y de la saga de Harry Potter. Estamos ante una sucesión de momentos clonados: la reunión de los héroes en la batalla final al estilo de Los Vengadores (2012) -incluso se copia el famoso gag de Hulk y Loki-; el estupendo plano secuencia en el que Doric (Sophia Lillis) muestra sus poderes de transformación mientras es perseguida por sus enemigos, cuyo origen se puede rastrear nada menos que en el prólogo de X-Men 2 (2003) de Bryan Singer, protagonizado por Rondador Nocturno (Alan Cumming) en la Casa Blanca; o la ingeniosa forma visual en la que el mago Simon Aumar (Justice Smith) utiliza sus hechizos, que remiten también a momentos ya vistos, por ejemplo en las dos películas sobre Doctor Strange; por no hablar de un duelo con espadas al más puro estilo Star Wars y unos títulos de crédito que recuerdan a Los caballeros de la mesa cuadrada (1975). A pesar de todo esto, el cóctel funciona y entretiene. Los mejores momentos de la película, sin embargo, parecen también referencias a otras obras, si bien, menos obvias: la secuencia entre Holga (Michelle Rodríguez) y su exnovio, cuyo humor recuerda a La princesa prometida (1987) por la vía de la parodia del buenismo de los Hobbits; la divertida secuencia en el cementerio que remite en atmósfera, humor -y hasta en el montaje- a la estupenda El ejército de las tinieblas (1992) de Sam Raimi. No soy un gran conocedor del juego de rol original, pero sí jugué en mi juventud más de una partida, y quizás por eso lo que más disfruté fue la secuencia protagonizada por el personaje Xenk Yendar (Regé-Jean Page), que funciona dentro de la ficción como un Dungeon Master en una partida de rol, narrando y explicando lo que ocurre, mientras el resto de personajes actúan como jugadores y proponen soluciones a los obstáculos que se les presentan. Mi gran esperanza sobre Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones es que en su anticipable secuela vuelva el villano de Hugh Grant para incorporarse al grupo protagonista, como una suerte de Doctor Smith de la mítica serie Perdidos en el espacio (1965).
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