Tras tres temporadas bajo la batuta de Nic Pizzolatto, la cuarta entrega de la serie True Detective ha sido escrita y dirigida por la mexicana Issa López. Esta reinvención mantiene, sin embargo, las constantes básicas de la cabecera: una pareja de investigadores son los personajes principales -aunque aquí el reparto es algo más coral- y hay un crimen que resolver. Estos personajes son, además, seres rotos, atormentados, con numerosas cuentas pendientes con un pasado trágico que marca su presente. Si bien todas las temporadas han estado cerca del thriller de terror, aquí encontramos elementos de horror sobrenatural desde el principio, que serán un aliciente para unos y una decepción para otros. En todo caso, lo mejor de True Detective: Noche polar son sus actrices protagonistas, interpretadas por una estrella como Jodie Foster y un descubrimiento como Kali Reis. El argumento está pensado para enganchar con incógnitas, revelaciones y puntos de giro, pero con algunos desvíos para profundizar en los personajes, mostrar el pueblo que sirve como escenario a la historia o desarrollar los temas de fondo que propone la serie. El planteamiento de López parece apelar al déjà vu para enganchar al espectador: el inicio, en la estación científica remite a La cosa (1982) de John Carpenter -referente confeso, se puede ver la película en una estantería-; la idea de una noche eterna recuerda también al cómic 30 días de oscuridad (2002) de Steve Niles, llevado al cine por David Slade; la protagonista, la detective Liz Danvers, trae a la mente a la de Fargo (1996) -película también convertida en serie de HBO- o a la agente de policía que interpretó Kate Winslet en la estupenda Mare of Easttown (2021), esto es, una mujer con relaciones problemáticas con la comunidad en la que reside, incluida su familia; y el extraño símbolo que aparece una y otra vez como indicio es esa misteriosa pista que hemos visto ya en películas y series, incluida la propia True Detective. No se trata de acusar a Issa López de falta de originalidad, porque utiliza estos elementos de manera cómplice para contar su propia historia. Más cuestionable puede resultar la amalgama de temas sociales de actualidad que permanece de fondo en la serie: la igualdad de género, la violencia machista, o la reivindicación de una comunidad indígena -que coincide con Los asesinos de la Luna (2023) de Martin Scorsese-. En el fondo, lo que cuenta esta True Detective es un misterio -la extraña muerte de un grupo de científicos- que sirve para conectar con el conflicto de los personajes principales y que lleva a desentrañar una violencia sistémica contra la mujer y contra una minoría étnica, que permanece siempre de fondo. Un terror muy real de agresiones, discriminación y represión con el que conviven, a diario, las mujeres de todo el mundo. Y lo más interesante es cómo este mundo real hostil interactúa de forma misteriosa con otro plano, sobrenatural, al que solo tienen acceso algunas mujeres -llamémoslas brujas, si se quiere- y que actúa como una suerte de justicia divina. Si bien el argumento resulta bastante enrevesado -a pesar de que Issa López decidió eliminar el juego de líneas temporales que ha marcado las temporadas anteriores- creo que esta autora sale airosa al presentarnos personajes que nos importan enfrentados a situaciones dramáticas, de vida o muerte. Una temporada estupenda en una serie que, personalmente -y sé que mi opinión no es compartida por muchos- no me ha decepcionado en ninguna de sus entregas.
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