El problema de la identidad individual, de quiénes somos, en una sociedad marcada por la imagen, por el aspecto físico y la mirada del otro, es el asunto central de la interesante A Different Man (2025), que escribe y dirige Aaron Schimberg. El planteamiento gira alrededor de Edward Lemuel (Sebastian Stan), un hombre con el rostro deforme por una enfermedad, que intenta, paradójicamente, ser actor. No sabemos realmente si Edward es feliz o si se toma en serio su carrera como actor, solo podemos inferirlo, pero todo cambia con la aparición de una nueva vecina, Ingrid (Renate Reinsve), tan atractiva como simpática, y que resulta ser una dramaturga que ofrece amistad a Edward y un posible papel en una hipotética obra teatral. Esta promesa no llega a cumplirse porque Edward se somete a un tratamiento revolucionario que lo cura completamente, convirtiéndolo en un hombre corriente, e, incluso, atractivo, lo que le llega a proporcionar cierto éxito en una nueva vida. El problema que plantea Schimberg es que Edward no ha superado del todo su vida anterior, lo que provoca que busque de nuevo a Ingrid y acabe -sin ella saberlo- protagonizando precisamente su primera obra de teatro en el papel de él mismo. A Different Man comienza siendo un drama sobre la diferencia y la marginación social, para convertirse luego en una comedia de humor negro, con momentos surrealistas y de metaficción, un poco en la línea del genial Charlie Kaufman. Este tono se activa con la introducción de un nuevo personaje, Oswald, interpretado por Adam Pearson, actor que realmente padece neurofibromatosis y que se presenta como un tipo divertido, siempre de buen rollo, que parece ajeno a su deformidad y que vive todo lo que Edward no ha conseguido ni siquiera tras la operación. Soprendente y original, la película indaga en la frustración del inadaptado y de forma mordaz describe una sociedad formada por mediocres que triunfan, desmontando de paso estereotipos sobre la importancia del aspecto físico y generando mucho humor políticamente incorrecto sobre la discapacidad, planteando que, precisamente, son nuestros defectos, el monstruo que habita en todos nosotros, lo que nos hace diferentes, individuales, interesantes, aunque no sea precisamente eso lo que nos lleve al 'éxito' ni a la aceptación de los demás.
A DIFFERENT MAN -SER DIFERENTE
El problema de la identidad individual, de quiénes somos, en una sociedad marcada por la imagen, por el aspecto físico y la mirada del otro, es el asunto central de la interesante A Different Man (2025), que escribe y dirige Aaron Schimberg. El planteamiento gira alrededor de Edward Lemuel (Sebastian Stan), un hombre con el rostro deforme por una enfermedad, que intenta, paradójicamente, ser actor. No sabemos realmente si Edward es feliz o si se toma en serio su carrera como actor, solo podemos inferirlo, pero todo cambia con la aparición de una nueva vecina, Ingrid (Renate Reinsve), tan atractiva como simpática, y que resulta ser una dramaturga que ofrece amistad a Edward y un posible papel en una hipotética obra teatral. Esta promesa no llega a cumplirse porque Edward se somete a un tratamiento revolucionario que lo cura completamente, convirtiéndolo en un hombre corriente, e, incluso, atractivo, lo que le llega a proporcionar cierto éxito en una nueva vida. El problema que plantea Schimberg es que Edward no ha superado del todo su vida anterior, lo que provoca que busque de nuevo a Ingrid y acabe -sin ella saberlo- protagonizando precisamente su primera obra de teatro en el papel de él mismo. A Different Man comienza siendo un drama sobre la diferencia y la marginación social, para convertirse luego en una comedia de humor negro, con momentos surrealistas y de metaficción, un poco en la línea del genial Charlie Kaufman. Este tono se activa con la introducción de un nuevo personaje, Oswald, interpretado por Adam Pearson, actor que realmente padece neurofibromatosis y que se presenta como un tipo divertido, siempre de buen rollo, que parece ajeno a su deformidad y que vive todo lo que Edward no ha conseguido ni siquiera tras la operación. Soprendente y original, la película indaga en la frustración del inadaptado y de forma mordaz describe una sociedad formada por mediocres que triunfan, desmontando de paso estereotipos sobre la importancia del aspecto físico y generando mucho humor políticamente incorrecto sobre la discapacidad, planteando que, precisamente, son nuestros defectos, el monstruo que habita en todos nosotros, lo que nos hace diferentes, individuales, interesantes, aunque no sea precisamente eso lo que nos lleve al 'éxito' ni a la aceptación de los demás.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario