Siempre me hipnotiza en una película cuando la cámara se fija en los procedimientos, en la mecánica, en los pasos a seguir para realizar un trabajo, para desempeñar un oficio. Septiembre 5 (2025) es una película cuyo escenario principal es el control de realización de la sección de deportes de la cadena estadounidense ABC, que se ha desplazado a Munich para cubrir los Juegos Olímpicos de 1972. En ese escenario vemos cómo se comportan los diferentes profesionales implicados en una retransmisión en directo: el director, el productor, el realizador, los cámaras y otros técnicos necesarios para enviar una señal a los aparatos de televisión de los espectadores. El director alemán Tim Fehlbaum, tras hacer dos películas inscritas en la ciencia ficción, aborda en esta cinta unos hechos reales con un rigor absoluto: el secuestro terrorista de once miembros del equipo olímpico israelí. Unos hechos que convierten a los protagonistas de Septiembre 5, periodistas deportivos, en los únicos capaces de contar lo que está pasando, ya que son pocos los metros que los separan de los hechos. El guión que firma el propio Fehlbaum junto a Moritz Binder y Alex David, limita al espectador, estrictamente, al punto de vista de los personajes del film en un alarde de rigor narrativo. Solo vemos lo que captan las cámaras y lo que se puede ver a través de los monitores del control de realización, que en algunos momentos son imágenes reales de la rentransmisión original de 1972. Con estos elementos, Fehlbaum construye una película concentrada en el espacio y el tiempo -la historia parece ocurrir en tiempo real-, cargada de tensión, en la que vemos cómo los personajes deben resolver problemas técnicos relacionados con su trabajo, pero también deben tomar decisiones morales relacionadas con la ética periódistica, de cara a los atentados terroristas. Los actores que aparecen dando vida a los personajes principales son muy eficientes: John Magaro, Ben Chaplin, Peter Sarsgaard y Leonie Benesch cumplen sobradamente. De sus personajes sabemos poco, justo lo necesario para intuir qué tipo de personas son: lo importante es cómo se desempeñan en sus trabajos. Septiembre 5 nos muestra el tecnificado pero analógico mundo de la televisión de aquellos años, con aparatos enormes, de botones gigantes, de teléfonos y micrófonos que generan mucho ruido, rótulos hechos a mano, y cámaras que todavía funcionaban con película. Un mundo estéticamente apasionante que se puede admirar en la película casi con fetichismo. Fehlbaum se concentra en contarnos lo que ocurre de forma eficaz para mantener el interés y evita en gran parte el melodrama y la épica, pero no perdamos de vista la reflexión que aparece de fondo sobre la responsabilidad periodística; sobre la humanidad y los conflictos sociales y políticos que afectan a los encargados de dar las noticias; sobre cómo una información falsa puede llegar a cambiar, aunque sea por unos minutos, la misma realidad.
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