Tiene la maternidad un lado oscuro, de frustración, de pérdida de la identidad, de rencores y sobre todo de culpa, que la directora Mar Coll utiliza en su película Salve María (2024) para construir un interesantísimo film. Todo el argumento gira alrededor de su protagonista, María (Laura Weissmahr), que desde fuera parece vivir situaciones completamente normales e incluso felices: acaba de tener un hijo, disfruta de la baja maternal y comparte el cuidado del bebé con su pareja, Nico (Oriol Pla). Pero desde la perspectiva de María, que contamina todo lo que vemos en la pantalla, lo que experimenta es una pesadilla de vómitos, visitas a urgencias y de incómodos cambios físicos en su cuerpo -la cicatriz de la césarea, sus pechos expulsando leche a destiempo-. María es una escritora que no consigue sacar adelante su nueva obra y que, significativamente, buscará la inspiración nada menos que en una infanticida que acapara titulares en la prensa. Con estos elementos, Coll construye un relato de terror psicológico, opresivo y pesadillesco, en el que la protagonista va perdiendo paulatinamente el contacto con la realidad y también la conexión con el espectador, que ya no puede ver en esta mujer a una madre en su -impuesto- rol de cuidadora y protectora. Salve María es una olla a presión de imágenes terroríficas que el espectador contempla siempre en tensión esperando el peor desenlace posible. Y en ese descenso a los infiernos, Coll introduce poco a poco imágenes surrealistas, imaginería del cine fantástico, que conecta los miedos y frustraciones de la maternidad con el personaje arquetípico de la bruja devoradora de bebés y adoradora de satán, el opuesto perfecto de la virgen que da vida. No es un asunto nuevo el de la maternidad como relato terrorífico -mencionemos precedentes tan ilustres como La semilla del diablo (1969) o Alien (1979)- pero desde luego es un tema muy presente en el cine reciente con cintas como La primera profecía (2024) o su hermana gemela Inmaculate (2024), por no mencionar Canina (2025), inferior pero con muchos puntos en común con Salve María.
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