No dejéis de ver Loving, quinto largometraje de Jeff Nichols, director cuya carrera avanza firme y que se confirma como una voz importante. No es poca cosa lo que consigue aquí, estamos ante un trabajo coherente con su filmografía, un film de autor, que sin embargo parte de una historia real, la del matrimonio Loving, una pareja interracial a la que el estado de Virginia prohibió, en los años sesenta, vivir juntos dentro del Estado. Nichols no cae en los convencionalismos del biopic, su historia no tiene la más mínima concesión a la galería y aún así, Loving debería aspirar a todos los premios de la temporada. En esto se desmarca de otras propuestas, como Figuras Ocultas (2016), también en cartelera, también sobre el racismo, pero mucho más impersonal. Curiosamente, en un momento de Loving, los protagonistas miran en la televisión el lanzamiento de un cohete al espacio, contradicción que aquí es solo un apunte y en aquella película el tema central: ¿Cómo pudieron los estadounidenses enviar a hombres al espacio mientras en su país seguían segregando a los afroamericanos? Jeff Nichols, tras hablarnos del Apocalipsis desde un punto de vista subjetivo en Take Shelter (2011) y abordar el género Americana con una historia coming of age en Mud (2012), se atreve con una historia más ambiciosa por el alcance de su argumento, al ocuparse de los derechos civiles y de unos hechos que cambiaron la historia de su país. Pero el director nacido en Arkansas decide contarnos esto sin abandonar su estilo, sin apartarse de sus personajes. Prefiere quedarse pegado a los rostros de sus protagonistas -sus gestos son mucho más importantes que sus palabras- detenerse en el césped de sus casas, en las ruedas de sus coches, para decirnos que la verdad está en las cosas pequeñas, en el día a día y no en las batallas legales entre abogados y jueces en la Corte Suprema. Nichols evita toda épica, no hay imágenes más grandes que la vida, ni discursos grandilocuentes. De hecho, creo que nunca había visto una película de estas características en la que sus protagonistas hablen tan poco. No hace falta. Richard es el camaleónico Joel Edgerton -irreconocible con respecto a El regalo (2015)- se convierte en un sencillo hombre trabajador con un solo sentimiento, el amor por su mujer, de raza negra; Mildred, una impresionante y contenida Ruth Negga: ambos estuvieron nominados a un Globo de Oro. No es para menos. Nichols construye la película sobre sus interpretaciones y elige siempre momentos cotidianos para contarnos esta historia, momentos como los que retrató, en la vida real, el fotógrafo de Life Magazine, Grey Villet, encarnado por Michael Shannon, actor fetiche del director. Loving es una película reposada y hermosa que, sin embargo, genera una tensión insoportable cuando sentimos cómo el odio del racismo estrecha el cerco alrededor de la pareja protagonista. Lo que cuenta esta película es sin duda poderoso. Intenta ser un retrato profundo de la naturaleza humana, de la gente corriente. De la gente de verdad. De esos que solo aspiran a vivir humildemente, en familia, bajo un techo que puedan llamar propio. Eso, en estos tiempos, cuando millones de seres humanos se ven obligadas a separarse de sus seres queridos por razones económicas, religiosas o políticas, es muy importante. Que algunos sigan alimentando un odio absurdo contra el diferente, o contra el que tiene la suerte de amar y ser feliz, me resultará siempre incomprensible.
LOVING (JEFF NICHOLS, 2016)
No dejéis de ver Loving, quinto largometraje de Jeff Nichols, director cuya carrera avanza firme y que se confirma como una voz importante. No es poca cosa lo que consigue aquí, estamos ante un trabajo coherente con su filmografía, un film de autor, que sin embargo parte de una historia real, la del matrimonio Loving, una pareja interracial a la que el estado de Virginia prohibió, en los años sesenta, vivir juntos dentro del Estado. Nichols no cae en los convencionalismos del biopic, su historia no tiene la más mínima concesión a la galería y aún así, Loving debería aspirar a todos los premios de la temporada. En esto se desmarca de otras propuestas, como Figuras Ocultas (2016), también en cartelera, también sobre el racismo, pero mucho más impersonal. Curiosamente, en un momento de Loving, los protagonistas miran en la televisión el lanzamiento de un cohete al espacio, contradicción que aquí es solo un apunte y en aquella película el tema central: ¿Cómo pudieron los estadounidenses enviar a hombres al espacio mientras en su país seguían segregando a los afroamericanos? Jeff Nichols, tras hablarnos del Apocalipsis desde un punto de vista subjetivo en Take Shelter (2011) y abordar el género Americana con una historia coming of age en Mud (2012), se atreve con una historia más ambiciosa por el alcance de su argumento, al ocuparse de los derechos civiles y de unos hechos que cambiaron la historia de su país. Pero el director nacido en Arkansas decide contarnos esto sin abandonar su estilo, sin apartarse de sus personajes. Prefiere quedarse pegado a los rostros de sus protagonistas -sus gestos son mucho más importantes que sus palabras- detenerse en el césped de sus casas, en las ruedas de sus coches, para decirnos que la verdad está en las cosas pequeñas, en el día a día y no en las batallas legales entre abogados y jueces en la Corte Suprema. Nichols evita toda épica, no hay imágenes más grandes que la vida, ni discursos grandilocuentes. De hecho, creo que nunca había visto una película de estas características en la que sus protagonistas hablen tan poco. No hace falta. Richard es el camaleónico Joel Edgerton -irreconocible con respecto a El regalo (2015)- se convierte en un sencillo hombre trabajador con un solo sentimiento, el amor por su mujer, de raza negra; Mildred, una impresionante y contenida Ruth Negga: ambos estuvieron nominados a un Globo de Oro. No es para menos. Nichols construye la película sobre sus interpretaciones y elige siempre momentos cotidianos para contarnos esta historia, momentos como los que retrató, en la vida real, el fotógrafo de Life Magazine, Grey Villet, encarnado por Michael Shannon, actor fetiche del director. Loving es una película reposada y hermosa que, sin embargo, genera una tensión insoportable cuando sentimos cómo el odio del racismo estrecha el cerco alrededor de la pareja protagonista. Lo que cuenta esta película es sin duda poderoso. Intenta ser un retrato profundo de la naturaleza humana, de la gente corriente. De la gente de verdad. De esos que solo aspiran a vivir humildemente, en familia, bajo un techo que puedan llamar propio. Eso, en estos tiempos, cuando millones de seres humanos se ven obligadas a separarse de sus seres queridos por razones económicas, religiosas o políticas, es muy importante. Que algunos sigan alimentando un odio absurdo contra el diferente, o contra el que tiene la suerte de amar y ser feliz, me resultará siempre incomprensible.
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