El McGuffin de esta temporada de Agentes de S.H.I.E.L.D es un libro, el Darkhold, la versión Marvel del Necronomicon de H.P. Lovecraft -usado también en Ash vs. Evil Dead- que en los cómics ha sido codiciado por todo tipo de villanos, desde los enemigos de Conan el Bárbaro, pasando por Drácula, y hasta los antagonistas de superhéroes como el Doctor Extraño. En este episodio concreto, una impresionante pelea en el comedor de una prisión de máxima seguridad es el mejor momento de una historia con mucha acción. Daisy Johnson (Chloe Bennet) hace prácticamente de Jackie Chan, repeliendo el ataque de una decena de presidiarios. Quake evita utilizar sus poderes vibratorios que, en un rasgo bonito del personaje, van quebrando poco a poco sus huesos cada vez que los utiliza. Casi toda la historia se centra en este rescate del tío de Robbie Reyes/Ghost Rider (Gabriel Luna), pieza fundamental para obtener el mencionado McGuffin. La verdad es que este elemento mágico, los poderes demoníacos de Ghost Rider y la naturaleza espectral de los enemigos de los agentes, resulta algo incoherente con el escenario de ciencia ficción habitual. Pero también aporta una oscuridad que hace de esta temporada algo ligeramente distinto. Lo que sí se echa en falta es un villano de más empaque que la científica Lucy Bauer (Lilli Birdsell). La senadora con agenda política anti-inhumana, Ellen Nadeer (Parminder Nagra) tampoco cumple con esta función. Aquí falta una amenaza de verdad.
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