NO MIRES ARRIBA -CIENCIA Y NEGACIONISMO
FUE LA MANO DE DIOS -LO DIVINO Y LO MUNDANO
OJO DE HALCÓN -MARVEL NAVIDEÑA
La serie Ojo de Halcón es una divertida aventura familiar que destaca por su agradable ligereza y su encomiable falta de pretensiones. Lo mejor, la química de su pareja protagonista, formada por el vengador que da título a la serie, Clint Barton (Jeremy Renner) y la que puede ser su sucesora, la joven Kate Bishop (Hailee Steinfeld). Juntos forman equipo en lo que podría ser una estupenda buddy movie. Pero esta serie es muchas cosas más. Destaquemos, primero, su sentido del humor, nada obvio y bastante socarrón, que parece quitarle hierro a todo lo que ocurre. En segundo lugar, su ambientación navideña -esa banda sonora que hace guiños a El Cascanueces- en un escenario mágico como el Nueva York iluminado y decorado para esas fechas. Por último, que el tema de fondo sea, esencialmente, los vínculos familiares: los de Clint, los de Kate y hasta los de los villanos de la función. Con estupendas secuencias de acción, la serie se disfruta sin el más mínimo esfuerzo. Y eso que está firmemente relacionada con el Universo Marvel Cinematográfico: la acción hace referencia a los hechos de Los Vengadores (2012), que siguen siendo capitales y continúa sobre todo las tramas de Vengadores: Endgame (2019) y la reciente Viuda Negra (2021), por lo que el fan de Marvel más completista no puede perderse esta ficción disponible en Disney Plus. Los aficionado a los cómics más veteranos encontrarán también alicientes como la aparición del Espadachín, o al menos una curiosa versión del mismo, interpretado por Tony Dalton. Y siempre es un placer ver a Vera Farmiga, aunque aquí la encuentro algo desaprovechada. Entrando ya en materia de spoilers, Ojo de Halcón tiene varias sorpresas muy divertidas. Primero, la introducción de Echo, Maya López (Alaqua Cox), antiheroína que aporta ese ingrediente inclusivo que Marvel/Disney siempre busca en sus ficciones y que solo podemos aplaudir: hay mucho lenguaje de signos en esta serie. Segundo, la recuperación del grandísimo -nunca mejor dicho- Vincent D'Onofrio como Kingpin, papel que bordó en la serie Daredevil de Netflix y que aquí regresa en una versión muy diferente, menos realista, más cercana a esos primeros cómics de Spider-Man dibujados por John Romita en los años sesenta -y con un vestuario imposible-. En tercer lugar, tenemos también aquí a la nueva Viuda Negra, Florence Pugh, que aporta su gran presencia en pantalla, y a la que esperamos ver en el futuro en una historia en la que pueda ser la verdadera protagonista. Ya toca. Con todos estos elementos, la dispersión argumental puede ser el principal defecto de la serie, pero al mismo tiempo hay que reconocer que es complicado que Ojo de Halcón aburra a sus espectadores.
EL AMOR EN SU LUGAR -EL GRAN TEATRO DEL MUNDO
SPIDER-MAN: NO WAY HOME -CARTA DE AMOR A PETER PARKER
Por todo esto, me parece una idea genial la premisa de utilizar el concepto del multiverso y las tierras paralelas -un motivo argumental que suele dar mucho juego- para jugar a la metaficción y enfrentar al Spider-Man de Tom Holland con los enemigos de las iteraciones pasadas del personaje. Una idea fantástica -aunque ya la hayamos visto en las estupendas X-Men: Días del futuro pasado (2014) y Spider-Man: Un nuevo Universo (2018)- que sirve para cerrar esta nueva trilogía de Spider-Man poniéndole un broche de oro a las sagas anteriores. Esta idea es la esencia del Universo Cinematográfico de Marvel: la acumulación de historias, referencias y guiños para potenciar un argumento, multiplicando sus significados y, por tanto, su emoción, valiéndose de historias y personajes que se remontan a hace casi 20 años. Y es que Spider-Man: No Way Home es todo lo bueno que tiene Marvel Studios. Pura diversión. La película es todo lo que esperaba -mira que han dado la brasa con rumores y filtraciones- y mucho más. Contiene una historia emocionante, divertida, con toneladas de humor, algunos momentos más oscuros y sorpresas, un montón de sorpresas. Es una película tan satisfactoria que no necesita de las famosas escenas postcréditos. Y tiene dos. Tom Holland, Zendaya y Jacob Batalon -Ned Leeds- vuelven a ser un entrañable grupo de amigos, pero además, la película enfrenta a Spider-Man con los (casi) seis siniestros -estupendo Alfred Molina- y encima es una historia en la que participa el Doctor Extraño (Benedict Cumberbatch) con el que el héroe arácnido comparte varias secuencias memorables. Hay un montón de ideas chulas: los guionistas de Marvel Studios siempre hacen un gran trabajo fabricando momentos ingeniosos con estos superhéroes, jugando con sus poderes y características, combinándolos y retorciéndolos en la mejor expresión posible del fan service. Y sobre todo, la película escarba en la esencia de Peter Parker, en quién es como personaje, llegando a la misma raíz de cómo lo concibieron Stan Lee y Steve Ditko. Spider-Man: No Way Home es el mejor cine de evasión que se puede esperar de Marvel, creo que solo comparable con el díptico de Vengadores Infinity War (2018) y Endgame (2019), y una nueva cumbre del género superheroico, que nos hace soñar y nos deja una sonrisa al salir de la sala. ¿Se puede pedir más?
SUCCESSION -TEMPORADA 3 -LA MEJOR SERIE QUE PUEDES VER
Succession es probablemente la mejor serie que se puede ver actualmente. De las que te hacen pagar la suscripción a una plataforma. La ficción creada por Jesse Armstrong es una ácida sátira de los poderes económicos, políticos, mediáticos y sociales de Estados Unidos, que arrancó en plena era Trump. El retrato del clan familiar Roy se basa en la vergüenza ajena que sentimos, de forma muy satisfactoria, al contemplar el comportamiento inseguro, infantil y directamente imbécil de personajes que vuelan continuamente en helicópteros y aviones privados. El conflicto inicial nos planteaba que al peligrar la vida del patriarca Logan Roy -magnífico Brian Cox-, inspirado en el magnate Rupert Murdoch dueño de Fox News, comenzaría una guerra fratricida entre sus hijos -Connor, Roman, Shiv y Kendall- para hacerse con el poder del imperio empresarial. En la segunda temporada de esta serie, disponible en HBO, el tono de humor satírico se rebajaba -o se hacía más sutil- para favorecer la gravedad y el drama shakesperiano. En esta tercera entrega nos encontramos entonces con el enfrentamiento directo, de tintes freudianos, entre Logan Roy y su primogénito Kendall -fantástico Jeremy Strong-. Una batalla padre/hijo con repercusión en la bolsa de valores y que nutre de cotilleos morbosos a los medios y a las redes sociales. Hay que decir de Succession que sigue la premisa que hiciera famosa David Simon en la mítica The Wire, aquello de "que se joda el espectador medio". La tercera temporada de las peripecias de la familia Roy no hace ningún esfuerzo por refrescarnos la memoria sobre lo ocurrido en anteriores episodios, ni nos pone en situación, ni hay personajes haciendo preguntas oportunas para que el espectador despistado no se pierda. Cada escena de Succession es como espiar una conversación ajena: los diálogos dan por sentado que todos sabemos de lo que se habla y no escatiman en utilizar frases hechas, jerga o ingeniosas metáforas para que los personajes se expresen. Nada de explicaciones ni resúmenes. Esto aporta realismo, claro, pero también exige al espectador. Y si somos capaces de seguir el juego y estar a la altura, acabaremos inevitablemente enganchados.
Como sátira de los poderes, Succession es magnífica y muy satisfactoria. Pero creo que su auténtico triunfo está en que, al fin y al cabo, los personajes, por muy ruines, egoístas y falsos que sean, por mucho que luchen por sus propios intereses y estén dispuestos a traicionarse los unos a los otros, forman parte de una familia. Y se quieren, a pesar de todo. Y si esa sátira de los ricos -marca de la casa del Adam Mckay de La gran apuesta (2015) y Vice (2018) que aparece aquí como productor ejecutivo junto a Will Ferrell- puede resultarnos lejana y hasta fría, los problemas entre padres e hijos, entre hermanos, sí que consiguen hacernos sentir plenamente identificados. Por ejemplo, en el cuarto episodio de esta temporada, Lion In The Meadow, hay una escena soberbia entre Logan y Kendall Roy -compartida con la estrella invitada, Adrien Brody- en la que el magnífico Brian Cox consigue emocionarnos dedicándole unas palabras a su hijo, que pueden ser otra mentira manipuladora, o pueden salir directamente de su corazón. Es un momento breve que consigue que todo lo visto hasta ahora encaje y cobre otra dimensión. Succession es una serie de personajes: no se trata de quién va a heredar el imperio empresarial -eso es solo una excusa- sino de los conflictos emocionales entre los miembros de esta familia. La gracia, como ya he dicho, es asomarse a la realidad de estos niños ricos que se creen superpoderosos, de ahí su arrogancia de dioses griegos, pero que cometen errores tremendos que los ridiculizan y los humanizan hasta hacerlos, incluso, entrañables. La mejor muestra de esto es el tremendo clímax del último episodio -All The Bells Say-, que retrata perfectamente a cada uno de los personajes implicados en una escena intensa, trágica y cómica, y sobre todo, memorable.
Lo mejor de esta serie son sus personajes -y sus intérpretes-: ese Zeus iracundo que es Logan, con la capacidad, también, de mostrarse muy frágil, débil y envejecido; ese Prometeo castigado, Kendal, el más humano de todos, una crítica a la generación X y su nostalgia de los 80 y su síndrome de Peter Pan -el estupendo episodio Too Much Birthday-; Shiv (Sarah Snook), un personaje que combina de forma maliciosa el alegato feminista con inseguridades muy humanas y con un punto chungo de ambición; y por supuesto Roman (Kieran Culkin), un retorcido psicópata o quizás, alguien que utiliza su sentido del humor como escudo pero que es el más desvalido de todos, armado con diálogos brillantes. No olvidemos dos personajes también soberbios como el arribista pero romántico Tom (Matthew Macfayden) y su escudero Greg (Nicholas Braun), el más patético de todos, que sin embargo se revela también capaz de cualquier cosa en cuanto tiene la más mínima oportunidad de trepar. ¿Con cuál de ellos podemos identificarnos? Con ninguno, como ocurre con otras grandes series como Los Soprano, Breaking Bad o Mad Men, con las que Succession ya puede empezar a codearse.
CARDO -VIA CRUCIS
Con intenciones completamente diferentes a la de la mayoría de las ficciones televisivas, Cardo no parece interesada en desarrollar una trama al uso, sino en plantear el estudio de un personaje, María, interpretada por una fantástica Ana Rujas. Ella es el centro de una historia que evita los giros y los típicos desarrollos argumentales -Cardo es una serie a prueba de spoilers- para enfocarse en un estado de ánimo vital, el de la mencionada protagonista, que probablemente trascienda el retrato personal para hablarnos de toda una generación. Disponible en Atresplayer Premium -plataforma que está demostrando una voluntad de riesgo digna de elogio- la serie creada por la propia Ana Rujas y la realizadora Claudia Costafreda -y producida por los 'Javis'- hace gala de la libertad temática y formal del cine independiente de autor. María es una treintañera desorientada, que no le encuentra sentido a la vida y que parece buscar de forma consecuente su propia autodestrucción. Alcohol, drogas y sexo son los paliativos que utiliza María para la agonía de la vida. Pero eso es solo el comienzo. Lo más interesante de la serie son los rebuscados mecanismos de María para joderse su propia existencia: liarse con las personas menos adecuadas, salir de marcha hasta morir, arriesgar la vida bajo los efectos de las sustancias y sobre todo, dar tumbos. No esperéis una historia de redención. María no encontrará la salvación en un trabajo, una pareja o siquiera ayudando a los demás. Mezclando el drama, la comedia de fino humor negro y la alucinación, seguimos los pasos de María en una ficción que se mueve entre el realismo costumbrista y la experimentación formal: la forma en la que introducen el título de la serie en cada episodio, las escenas en las que la subjetividad de María se apropia de la imagen plástica de cada plano, el recurso de la música de procesión de Semana Santa, que expresa, quizás, la búsqueda de María de una suerte de trascendencia a través del martirio. ¿Estamos ante una santa que se flagela con rayas con cocaína, sexo con extraños y culpa, mucha culpa? Cardo es una de las series del año.
CAZAFANTASMAS: MÁS ALLÁ -DE PADRES A HIJOS
EL PODER DEL PERRO -RELACIONES DE PODER
Jane Campion -directora de El piano (1993)- estrena en salas -y en Netflix- El poder del perro, un intenso estudio de personajes en el que predomina una sensación: la inquietud. Basada en una novela de Thomas Savage, la historia nos presenta a cuatro personajes y las relaciones entre ellos, a principios del siglo XX, en un escenario de western crepuscular. Phil (Benedict Cumberbatch) y George Burbank (Jesse Plemons) son dos hermanos de personalidades opuestas, ganaderos que han hecho fortuna en una época en la que están apareciendo los primeros coches para sustituir a los caballos. La vida de estos hermanos cambia cuando conocen a Rose Gordon (Kirsten Dunst) y a su hijo Peter (Kodi Smith-Mcphee), viuda y huérfano de economía más bien precaria. Campion propone al espectador el descubrimiento de estos personajes a través de su comportamiento exterior, porque cada uno de ellos esconde su verdadera naturaleza a la sociedad (y al espectador). Así, el personaje de Cumberbatch se muestra extrovertido, agresivo -machista- y expansivo en un esfuerzo obvio por ocultar quién es realmente. El argumento hace explícita la faceta escondida del rudo ganadero al mostrarnos que posee un lugar secreto donde se refugia de los ojos de los demás y donde se permite ser quien realmente es. Por otro lado, su hermano, George, se muestra callado, parco en palabras y expresiones -apenas demuestra alegría o contrariedad- pero sus acciones, pocas y contadas, acaban dejando claras sus intenciones. Ambos hermanos utilizarán a Rose y a su hijo Peter en un intento desesperado por resolver sus angustias vitales, que tienen que ver con un pasado difícil, de infancia abandonada, de mucho esfuerzo para alcanzar el éxito -la tierra de las oportunidades- y con una figura paterna mítica -y ambigua- como referente, Bronco Henry. El poder del perro es una película de relaciones de poder -tóxicas- en la que los débiles sufren siendo instrumentos de los poderosos. Pero el giro que cambia las tornas en la dinámica de esta relaciones resulta igualmente estremecedor. Jane Campion firma un film seco, psicológicamente violento, que tiene como fondo la oposición entre naturaleza y civilización y que cuestiona las bondades del progreso. Un planteamiento sólido en el que destacaría, sobre todo, las interpretaciones de cuatro estupendos actores.
LA HIJA -EL MISTERIO DE LA IMAGEN
La hija, dirigida por Manuel Martín Cuenca -Caníbal (2013)-, es una de las películas españolas del año en un 2021 que, a pesar de la pandemia y la crisis, ha supuesto una estupenda cosecha de cine patrio. Con dos intérpretes solventes encabezando un reducido reparto, como Javier Gutiérrez y la estupenda Patricia López Arnaiz, estamos ante un extraño thriller rural que toca temas sociales tremendamente polémicos. No conviene desvelar su argumento, ya que parte importante del juego que la película plantea con el espectador es descubrir cuál es la historia que vemos en la pantalla y quiénes son realmente los personajes. En La hija, lo no contado es más importante que lo que vemos y sabemos. Martín Cuenca -nominado al Goya al mejor director- nos exige como espectadores y nos obliga a esforzarnos para sacar nuestras propias conclusiones, a pesar de que no estamos ante una película precisamente ambigua. Hay un mecanismo cruel en esta obra que juega con nuestras expectativas, con nuestros prejuicios e incluso con la imagen que podemos tener de los actores del reparto ¿Quiénes son los héroes y quiénes los malvados? El ejercicio de tensión que consigue Martín Cuenca es digno de elogio: cómo nos hace sufrir planteando situaciones en las que aparentemente no ocurre nada, pero que generan una inquietud que puede llegar a ser insoportable. El gran hallazgo de la película, en mi opinión, es que, partiendo de sentimientos y deseos muy humanos, que normalmente son positivos, se consigue extraer lo peor del ser humano, los sentimientos más oscuros y la capacidad para hacer el mal. La hija también puede ser una película sobre el fin y los medios. Destaquemos además ese macabro placer al que ya nos tiene acostumbrados Javier Gutiérrez -nominado al Goya por este papel-, cuyos últimos personajes -El autor (2017), la serie Vergüenza, Hogar (2020)- son individuos aterradores, capaces de mentir con la voz más suave y el tono más educado posible.