LOS FABELMAN -EL CINE COMO VERDAD


En una entrevista del mítico programa de televisión Inside the Actors Studio, James Lipton señalaba a Steven Spielberg que en Encuentros en la tercera fase (1977) -uno de los pocos guiones firmados por Spielberg en su larga carrera- los científicos liderados por el personaje de François Truffaut se comunicaban con los extraterrestres utilizando la famosa melodía -de John Williams- generada por un ordenador, y que esas eran, precisamente, las profesiones de los padres del director: su madre se dedicaba a la música, su padre a la informática. El comentario emocionó a Spielberg, que pareció caer en la cuenta de aquello en ese mismo momento (seguro que podéis encontrar esa entrevista en las redes). Ahora, con Los Fabelman, Spielberg ha creado una de sus películas más personales y emotivas, contándonos su historia, sí, pero también la de su familia: es un cariñoso homenaje a los padres, con todas sus virtudes y defectos. El apelar a la autobiografía y a los recuerdos de la infancia no es algo extraño en el mundo del cine. Grandes directores lo han hecho ya, como François Truffaut al principio de su carrera -Los 400 golpes (1959)- o Ingmar Bergman al final de la suya -Fanny y Alexander (1982)-, ambas son, por cierto, obras maestras. Aquí Spielberg desempolva sus recuerdos y muchos de ellos nos suenan por las varias biografías que se han escrito sobre el genio detrás de Tiburón (1975), En busca del arca perdida (1980) o E.T., el extraterrestre (1982). Spielberg confía el papel de sus padreas a unos estupendos Paul Dano y Michelle Williams y con mano maestra nos va mostrando episodios familiares tan luminosos como divertidos, que, como quien no quiere la cosa, van desentrañando un drama familiar oculto. En una filigrana preciosa, Spielberg, que siempre ha hecho cine acusado de escapismo, aquí propone que el cinematógrafo también puede revelar las verdades escondidas de la vida y las personas, introduciendo un conflicto triste y hermoso como núcleo dramático, que parece sacado de las películas más intimistas del gran David Lean, al que Spielberg, por cierto, admiraba. Así, Los Fabelman es una cinta sobre el sueño de un chaval, un coming of age adolescente, una reflexión sobre el poder del cine -la forma en la que explican el talento de Spielberg y cómo afecta a la gente, es magnífica-, un drama romántico minimalista que emociona y una especie de mapa sentimental de la filmografía de un director histórico que sigue estando en plena forma. Imprescindible.

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