(6) La vida es
un (video)juego. En WestWorld conviven
múltiples tramas protagonizadas por personajes muy diferentes. Ya hemos dicho
que para los anfitriones la existencia se repite cíclicamente como la pantalla
de un videojuego que no conseguimos superar. Pero para los personajes humanos,
concretamente para William (Jimmi Simpson), el parque es literalmente un
videojuego en el que las experiencias virtuales son, si no reales,
decididamente físicas. Este parque ficticio funciona con la misma mecánica
del género sandbox -la saga Grand Theft Auto- en
la que el visitante/jugador puede interactuar con los NPCs -personajes no
jugadores- que son los anfitriones. Cada interacción le puede llevar a una
aventura diferente -una narrativa guionizada- al contrario de los juegos
lineales en los que el jugador avanza pantalla tras pantalla eliminando
enemigos o venciendo obstáculos. Resulta imposible no acordarse de una obra
maestra como Red Dead Redemption (2010) por su idéntico
carácter abierto, pero sobre todo por su ambientación western. Por
otro lado, en la serie, el misterioso hombre de negro encarnado por Ed Harris
-una referencia al personaje de Yul Brynner en la película original- busca
alcanzar un nivel oculto del juego, el centro del laberinto, una metáfora del
sentido de la vida, del viaje hacia el interior del alma. El hombre de negro
cree que hay un nivel más profundo en el parque, algo así como los easter
eggs -huevos de pascua- que los programadores suelen esconder en sus
videojuegos. WestWorld tiene, además, un comentario sobre la
naturaleza del ser humano, llevando un paso más allá la siempre polémica
violencia en los juegos informáticos: ¿Quién no ha disfrutado abusando
sádicamente de un NPC? ¿Y si estos, en lugar de un puñado de pixeles, fueran
indistinguibles de un ser humano? La serie plantea que si tienes
pensamientos crueles, violentos y machistas, probablemente lo seas, por lo que
desahogarte con un robot no te exculpa. "¿Sales del mundo real y te
conviertes en un malvado?" pregunta William (Jimmi Simpson) a su futuro
cuñado, Logan (Ben Barnes), ambos usuarios del parque. Claro está que el dilema
se plantea llevándolo al extremo: en un videojuego deberíamos tener muy clara
la diferencia entre ficción y realidad, al menos mientras no existan personajes
tan atractivos como Dolores (Evan Rachel Wood). Hay otro elemento que
recuerda a los (video)juegos de rol: si los personajes en estos suelen tener
atributos repartidos en fuerza, inteligencia, o resistencia, que van aumentando
con la experiencia adquirida tras ganar combates y vencer obstáculos, aquí la
robótica Maeve (Thandie Newton) decide aumentar sus propios atributos al máximo
-sobre todo su inteligencia- para escapar del bucle -de la pantalla- en el que
se encuentra -existencialmente- atascada.
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