(5) Dios ha muerto. Lo gritó Nietzsche. Prometeo se enfrentó a los dioses para liberar a los hombres. Eva, tentada por el diablo, robó el fruto del Edén. El monstruo de Frankenstein le pidió cuentas a su creador. También los replicantes buscan a Eldon Tyrell (Joe Turkel) para pedirle que prolongue sus vidas. En WestWorld la figura del creador se divide en dos, uno "bueno", el misterioso Arnold, y otro "malo", Robert Ford (Anthony Hopkins). La identidad del primero es un McGuffin durante la mayor parte de los episodios: descubrir de quién se trata es uno de los focos de interés de la trama, un poco como lo era el misterioso Jacob (Mark Pellegrino) en Perdidos (2004-2010). El segundo, Ford ,tiene poco que ver con el John Hammond (Richard Attenborough) de la mencionada Parque jurásico (1993), es más bien una figura aterradora, como el propio barón Frankenstein o como el doctor Moreau de H.G. Wells. Ford es una figura paterna que establece un conflicto freudiano con sus hijos, sus creaciones -o las de Arnold-, un Saturno que devora a sus hijos, hasta que estos se rebelen. La primera en darse cuenta de que sus creadores no son dioses, sino meros hombres, es Maeve (Thandie Newton). Sin Dios, Raskolnikov creyó justificado asesinar a una anciana, sintiéndose un hombre superior, en Crimen y castigo (1866). Albert Camus pensó que si eliminamos a Dios, sin una moral que nos premie tras la muerte, todos los actos se igualan. Sin trascendencia del alma, la muerte es el final, inevitable, tanto para los santos como para los criminales. Esta idea se traduce en el bucle existencial que experimentan los anfitriones: cada jornada viven una historia que se reinicia al día siguiente. ¿Qué más da lo que hagan? Por eso, Maeve, al descubrir que no es más que un robot atrapado en un ciclo sin fin, decide que "Nada importa". En una escena clave, la cabaretera besa al pistolero de negro, Hector Scaton (Rodrigo Santoro), justo antes de morir -otra vez-. Ella sabe que volverá a despertar. Estos ciclos repetitivos pueden recordar al clásico cómico Atrapado en el tiempo (1993); al ensayo y error del film de ciencia ficción, Código fuente (2011) y, sobre todo, a la entretenida Al filo del mañana (2014), con la que WestWorld comparte la idea de las múltiples muertes que acaban perdiendo peso, como las vidas del personaje de un videojuego.
WESTWORLD: MIRADAS (5)
(5) Dios ha muerto. Lo gritó Nietzsche. Prometeo se enfrentó a los dioses para liberar a los hombres. Eva, tentada por el diablo, robó el fruto del Edén. El monstruo de Frankenstein le pidió cuentas a su creador. También los replicantes buscan a Eldon Tyrell (Joe Turkel) para pedirle que prolongue sus vidas. En WestWorld la figura del creador se divide en dos, uno "bueno", el misterioso Arnold, y otro "malo", Robert Ford (Anthony Hopkins). La identidad del primero es un McGuffin durante la mayor parte de los episodios: descubrir de quién se trata es uno de los focos de interés de la trama, un poco como lo era el misterioso Jacob (Mark Pellegrino) en Perdidos (2004-2010). El segundo, Ford ,tiene poco que ver con el John Hammond (Richard Attenborough) de la mencionada Parque jurásico (1993), es más bien una figura aterradora, como el propio barón Frankenstein o como el doctor Moreau de H.G. Wells. Ford es una figura paterna que establece un conflicto freudiano con sus hijos, sus creaciones -o las de Arnold-, un Saturno que devora a sus hijos, hasta que estos se rebelen. La primera en darse cuenta de que sus creadores no son dioses, sino meros hombres, es Maeve (Thandie Newton). Sin Dios, Raskolnikov creyó justificado asesinar a una anciana, sintiéndose un hombre superior, en Crimen y castigo (1866). Albert Camus pensó que si eliminamos a Dios, sin una moral que nos premie tras la muerte, todos los actos se igualan. Sin trascendencia del alma, la muerte es el final, inevitable, tanto para los santos como para los criminales. Esta idea se traduce en el bucle existencial que experimentan los anfitriones: cada jornada viven una historia que se reinicia al día siguiente. ¿Qué más da lo que hagan? Por eso, Maeve, al descubrir que no es más que un robot atrapado en un ciclo sin fin, decide que "Nada importa". En una escena clave, la cabaretera besa al pistolero de negro, Hector Scaton (Rodrigo Santoro), justo antes de morir -otra vez-. Ella sabe que volverá a despertar. Estos ciclos repetitivos pueden recordar al clásico cómico Atrapado en el tiempo (1993); al ensayo y error del film de ciencia ficción, Código fuente (2011) y, sobre todo, a la entretenida Al filo del mañana (2014), con la que WestWorld comparte la idea de las múltiples muertes que acaban perdiendo peso, como las vidas del personaje de un videojuego.
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