The
Handmaid´s Tale, nominada a 11 premios Emmy, es posiblemente la serie del año. Y
seguramente, la ficción más dura e intensa que verás en televisión ahora mismo.
Basada en la novela El cuento
de la criada de Margaret
Atwood, la historia propone, más que un futuro, un presente alternativo y distópico,
en el que los Estados Unidos se han transformado en un Estado teocrático, fascista y machista, que ha esclavizado a las mujeres. Gobierna, con
mano dura, un patriarcado militarizado que comete constantes abusos autoritarios. La protagonista es Defren, elegida para ser una "criada" por su capacidad para procrear, ya que, en el mundo que describe la serie, la mayoría de las mujeres han dejado de ser fértiles, una situación similar a la magistral Hijos de los hombres (2006). Interpreta a Defren, Elisabeth Moss, que ya fue la feminista Peggy en Mad Men, y que demuestra su capacidad para sostener el peso de una ficción sobre sus hombros. Este es sobre todo un relato en primera
persona, apoyado en una voz en
off que revela el pensamiento de la protagonista, herramienta narrativa justificada ya que Defren no
puede expresarse con libertad, vigilada constantemente por todos los que la rodean,
obligada a hablar en susurros y con la cámara pegada a su rostro. Así, la atmósfera es opresiva, claustrofóbica, paranoica, y nos exige estar en una
tensión constante. Esto se consigue además con una estética pictórica pero fría y gracias a la
música, de film de terror, de Adam Taylor.
Otro acierto de la serie es cómo, poco a poco, nos introduce en la sociedad de esta nación llamada Gilead, enseñándonos gradualmente sus terribles leyes y el proceso de
deshumanización que sufren las mujeres, desde la pérdida de su verdadero nombre
-como los esclavos africanos- pasando por todas las etapas de su nueva función social. Convertidas en esclavas precisamente por aquello que las distingue esencialmente de los hombres, en una
lógica aterradora, estos han conseguido controlar dicha capacidad para
hacerse con el poder. El "dueño" de Defred es el Comandante -Fred
Waterford-, un Joseph Phiennes en un rol repugnante, que representa lo peor
del género masculino. Pero la serie se cuida de que las mujeres no sean solo
víctimas: algunas de ellas se colocan claramente del lado de la opresión,
empezando por la terrorífica Tía Lydia, una especie de tutora castradora y
torturadora de las criadas, que, sin embargo, adquiere una dimensión humana
soprendente gracias a la espectacular interpretación de la siempre magnífica
Ann Dowd -The Leftovers-. Otro personaje clave es la contradictoria
Serena Joy -Yvonne Strahovski, con el moño de Kim Novak en Vértigo (1958)-, la legítima mujer del Comandante que, lejos de solidarizarse con otras mujeres, se revela como
una fanática ideóloga de un régimen que limita su propio papel. Y uno de los grandes aciertos de la serie es colocar en el centro de su trama a un personaje como Janine (Madeline Brewer), una criada aparentemente desequilibrada, que encarna el ciclo vital de una mujer en esta sociedad y que sufre todos sus posibles castigos, en lo que solo se puede describir como un martirio. Por otro lado, Nick
Blaine (Max Minghella) es un "Ojo", un espía dentro del hogar del Comandante, cuya función es la de ser algo así como una
extensión del Gran Hermano que todo lo ve en el 1984 de George Orwell (curiosamente, El cuento de la criada fue publicado en 1985).
El primer
episodio de la temporada es una auténtica joya del mal rollo, y de la ficción
televisiva. A continuación, seremos testigos de la indignante pérdida de todos
los derechos civiles y humanos de las mujeres. Veremos humillaciones, violaciones, malos tratos,
vejaciones, torturas, mutilaciones, ablaciones, lapidamientos y
ejecuciones. Lo más aterrador de esto es que solo hace falta ver los informativos para
encontrar que estos crímenes se cometen actualmente, en diferente países, contra las mujeres y otros colectivos. The Handmaid´s
Tale representa no solo al género femenino, sino a todos los oprimidos, perseguidos y
exterminados de la triste historia de la humanidad: judíos, afroamericanos,
homosexuales, inmigrantes y refugiados. La gran reflexión de esta serie es si realmente podría ocurrir un escenario similar en Estados Unidos -o en cualquier país occidental-. La autora de la novela nació en 1939, así que vivió en una sociedad que tenía muy presente la posibilidad de que el fascismo se hiciese con el poder para cometer los terribles crímenes que todos conocemos. La incredulidad de que algo así pueda suceder -estábamos dormidos, dice Defred- se refleja de forma verosímil en una serie que apunta claramente al momento actual. En la historia se utiliza la excusa terrorista para instaurar un estado de excepción que limita las libertades ¿Y no pensábamos hace poco que un grosero machista como Donald Trump nunca llegaría a la Casa Blanca?
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