Quo Vadis, Aida? es un poderoso retrato del ser humano en una situación desesperada. La guerra en Bosnia en 1995 es el escenario que permite contemplar el horror de la completa deshumanización de tres grupos de personas. Por un lado, los bosnios, convertidos en víctimas del conflicto, desterrados en un campo de concentración y despojados de su dignidad y de los derechos humanos más esenciales. Luego están los militares serbios, convertidos en bestias violentas, la cara más salvaje de los que detentan el poder por la vía de las armas. Por último, no menos culpables, los inoperantes cascos azules de la ONU, convertidos en esclavos de los reglamentos, de la burocracia, de la lógica de los números en la que una sola vida pierde todo su valor. Atrapada entre estos tres grupos, la historia (real) se individualiza en Aida -magnifica Jasna Djuricic- quien hará todo lo posible por sobrevivir junto a su familia. Escrita y dirigida por Jasmila Zbanic, la película tiene una narración sencilla y tremendamente eficaz: sabe que lo que cuenta es poderoso y no se desvía en florituras estéticas ni enredos argumentales. Las situaciones que plantea con una envidiable economía dramática mantienen al espectador en tensión, temiendo por el destino de los personajes, con el corazón encogido al recordar los titulares en los medios sobre aquella guerra que parecía tan lejana. Una escena final estremecedora que confía en la inteligencia del público corona esta película presentada en el festival de Venecia y nominada al Oscar a la mejor película extranjera. Pero lo más sobrecogedor del film lo encuentro en su prólogo y en su epílogo, que nos muestra primero a los personajes huyendo de sus hogares y luego, tiempo después, volviendo a sus vidas normales tras la guerra. Ese tránsito abrupto de lo cotidiano al horror y viceversa nos hace pensar en lo frágil que es la vida. Y la supuesta vuelta a la normalidad refleja de forma contundente que las heridas de una guerra tardarán muchos años en cicatrizar.
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