TRUE DETECTIVE -TEMPORADA 2- OTHER LIVES


OTHER LIVES (19 DE JULIO DE 2005) -AVISO SPOILERS-

Otras vidas revela que ha habido una elipsis tras el clímax del episodio anterior, ese intenso tiroteo que involucraba a (casi) todos los protagonistas. Una elipsis que además indica que a pesar de las diferencias con respecto a la primera temporada -aquí la narración es lineal y el protagonismo es coral- la estructura argumental y la temática de esta segunda entrega de True Detective es muy similar a lo ya visto. En ambas historias un asesinato, que debe ser resuelto por los detectives, destapa un mal mucho más profundo -incluso cósmico- que debe ser combatido por héroes que en cualquier otra ficción serían los "malos".


En ambas historias, la investigación policial parece no tener importancia para nadie más que para los protagonistas. Estamos ante el esfuerzo inútil de Sísifo, es decir, ante una visión que presenta la existencia como absurda, carente de sentido. Tan poco importa resolver el caso que en ambas temporadas hay un parón. La elipsis de la que hablaba antes. Los detectives dejan de investigar durante un tiempo, para luego retomar el caso. En esta segunda temporada, los personajes reinician la investigación, sí, pero desde la perspectiva de las "otras vidas" del título: Ray Velcoro (Colin Farrell) ha dejado la policía, Frank Semyon (Vince Vaughn) ha vuelto a ser un criminal.


Insisto de nuevo en esos elementos temáticos que se repiten, como la intuición de que algo se oculta detrás de la corrupción política, de la trata de blancas y del tráfico de drogas. Como si hubiera un mal mayor detrás de la cortina -roja- de estos crímenes mundanos. Un mal que se manifiesta en imágenes: en las dos temporadas se habla de la existencia de grabaciones -de cine o de vídeo- que sacarían a la luz los rincones más oscuros de los malvados. Esta trama subterránea de las dos temporadas de True Detective se beneficia en esta segunda entrega de una estética Lyncheana -esa banda sonora compuesta casi por sonidos atmosféricos- que hace pensar que entre las gramíneas que forman un césped perfectamente cortado se esconden insectos que se alimentan de desperdicios, como en Terciopelo Azul (David Lynch, 1986). Todo esto me recuerda también a un tema que me obsesiona, el hilo oculto bajo los argumentos de las películas de Stanley Kubrick.

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