¡Suspende tu incredulidad, amigo! Sí, es verdad que los efectos especiales que crean la ilusión de ver volando a Supergirl (Melissa Benoist) y a J'onn J'onzz (David Harewood) son bastante casposos, casi de videojuego, pero hay que fijarse también en el cuidado con el que esta serie se ocupa de sus personajes. El optimismo inquebrantable de Kara es refrescante y aquí la vemos intentando ayudar al marciano, que revela un conflicto interior: no acepta su verdadera naturaleza. Lleva décadas ocultando su origen y ahora no se atreve a ser él mismo. Justo después, la jefa de Kara, Cat Grant (Calista Flockhart) le suelta su ya clásico discurso feminista a Lucy Lane (Jenna Dewan Tatum). Los personajes de Supergirl están vivos y eso hace perdonables los efectos especiales de saldo. Por cierto, ¿Habéis notado que las iniciales de muchos secundarios de Superman son "L.L."? Lois Lane, Lana Lang, Lex Luthor, Lori Lemaris. Lo cierto es que Cat contrata a Lucy, lo que significa que estará -demasiado- cerca de su novio, James Olsen (Mehcad Brooks) y de Supergirl. Esto enreda la trama romántica... y la superheroica.

Lo elogiable de Supergirl, es que les da igual el realismo. Toyman tiende una trampa a la policía, utiliza elefantes de peluche para gasear a los agentes, pero Supergirl aparece para salvarles, aspirando el gas venenoso y luego exhalándolo entre las nubes. Más inocente, imposible. Pero al mismo tiempo, la serie se toma la molestia de introducir un subtexto feminista que, al menos, resulta original en una ficción como esta. James Olsen se siente incómodo porque su novia podría trabajar en el mismo lugar que él. Y Alex (Chyler Leigh) sospecha que el poderoso Maxwell Lord (Peter Facinelli) se siente más amenazado por el hecho de que Supergirl sea una mujer, que por sus increíbles superpoderes.
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