El esqueleto del brujo que sale de su tumba nos recuerda al homenaje a Jason y los argonautas (1963) que había en El ejército de las tinieblas (1992). El huesudo deadite acusa a Ruby Knowby (Lucy Lawless) de traición, antes de hacerla desaparecer en las llamas. Seguramente la volveremos a ver, pero, por ahora, el enigmático personaje se ha mantenido en los márgenes de la trama principal. Que, por cierto, se marca un nuevo y estimulante objetivo: Ash (Bruce Campbell) decide que debe volver a la cabaña donde empezó todo, esto es, la de Posesión Infernal (Sam Raimi, 1981). Eso sí, Ash quiere evitar que la historia de aquella película de terror se repita, algo completamente lógico, por lo que se plantea prohibir a Kelly (Dana DeLorenzo) y a Pablo (Ray Santiago) que le acompañen para que no acaben poseídos y tenga que matarles. Por último, hay una escena en la que el Necronomicón -un libro- ataca a los protagonistas. Cada episodio de Ash vs Evil Dead tiene su cuota de nostalgia de la trilogía original.
Pero también ocurren cosas nuevas. Me gusta cómo cada entrega de la serie utiliza un argumento muy sencillo, sabiamente creo yo, que se apoya en un elemento de tensión: en este caso, "la fuerza" sigue persiguiendo a los protagonistas. Hay además un conflicto central que suele ser una estupidez: Ash intenta escaquearse de pagar la cuenta en un restaurante -¡22 dólares!- ofreciendo favores sexuales a la camarera. En cada episodio, Ash consigue rebajarse más. Hay algo de ingenio en la idea de que el supuesto encuentro sexual con la camarera se convierte en una pelea en el baño contra la agente Fisher (Jill Marie Jones): la coreografía es la misma, se produce un similar roce entre los cuerpos. Cuando por fin irrumpe "la fuerza", en el clímax, lo hace con una potencia tremenda, destrozando la fachada de la cafetería. La secuencia que vemos a continuación tiene varios momentos interesantes. Ese niño, que parece puesto ahí para que temamos por su vida durante la lucha, que sin embargo muere enseguida. La frenética lucha contra los deadites al ritmo de un tema del grupo protopunk, Death, en la que Ash corta en dos con su motosierra y le vuela la cabeza a un poseído, mientras Kelly hace lonchas con la cara de la camarera utilizando la máquina de cortar fiambres. Gore del fino, señores. La violencia gratuita se justifica por el desarrollo del personaje de Kelly -aunque mínimo- que busca vengar de la muerte de su familia.
CAPÍTULO ANTERIOR: THE HOST
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