LA BATALLA DE LOS SEXOS -ELLAS DAN EL GOLPE


No debe ser casualidad que la llegada de Donald Trumpo a la Casa Blanca coincida con un renovado interés del cine estadounidense por llevar a la pantalla historias relacionadas con los derechos civiles -como Detroit (Kathryn Bigelow, 2017) y Loving (2016) o incluso la serie The Handmaid´s Tale-. La batalla de los sexos es un film curioso porque habla muy seriamente de igualdad y de libertad sexual utilizando un hecho histórico francamente ridículo: el partido de tenis celebrado en 1973 entre un hombre y una mujer, que supuestamente debía definir la supremacía de un género sobre el otro. Se enfrentaban la tenista Billy Jean King -interpretada por una Emma Stone -La La Land (2016)- que sigue demostrando que es una estupenda actriz y que aquí realiza la típica operación de afearse para ganar credibilidad: de hecho, en el film se subraya esto, cuando un -machista- comentarista deportivo asegura que la tenista, si se dejase el pelo largo y se quitase las gafas, podría ser una estrella de Hollywood. Emma Stone lo es. Su contrincante es un payaso llamado Bobby Riggs, que solo podía interpretar Steve Carrell -La gran apuesta (2015)- que aquí resucita a su Michael Scott de The Office, haciendo idéntico retrato de un tío imbécil, machista hasta el esperpento, pero humano y hasta entrañable. Imposible odiarle. Dirigen Jonathan Dayton y Valerie Farys, responsables de la estupenda Ruby Sparks (2012) y de la exitosa Pequeña Miss Sunshine (2006). A estos solo se les puede achacar que en este film parecen demasiado evidentes sus ganas de llevarse algún Oscar. Pero la verdad es que la película sortea los convencionalismos con gracia, y se mantiene fresca, y honesta. Creo que la clave es haber inoculado, en un guión con crescendo épico -como toda película deportiva, aunque, repito, aquí la gesta es francamente circense- una historia de amor que constituye el corazón de la película y que evita que esto sea un producto sin alma, como, por ejemplo, la correcta Figuras ocultas (2016). Hay escenas como la que nos muestra a Stone y a Andrea Riseborough subiendo en un ascensor acristalado, sonando el Rocket Man de Elton John, que elevan esta cinta un poco por encima del biopic más convencional. No es una casualidad que Dayton y Farys consigan sus mejores momentos utilizando temas de música pop: han dirigido numerosos videoclips o documentales de artistas como R.E.M., Red Hot Chilli PepepersSmashing PumpkinsJane's AddictionOasisWeezer y Los Ramones. Lo importante, en todo caso, es la reflexión que debemos extraer de esta película: que sus protagonistas, hace menos de 50 años, no podían ser felices por vivir en una sociedad estúpidamente machista, homófoba y conservadora, mensaje subrayado por un estupendo Alan Cumming. Sirve este film para pasar un buen rato, en algún momento resulta incluso emocionante, pero sobre todo nos pide valorar las conquistas conseguidas. No hay que bajar la guardia.

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