Thor: Ragnarok se puede considerar un logro. Es una película entretenida, imaginativa, inteligente y graciosa, en los tiempos del blockbuster sin alma. Está a años luz del fallido tono shakespeariano del Thor (2011) de Kenneth Branagh y de la fantasía heroica de Thor: El mundo oscuro (2013). Y sobre todo desafía a los que repiten la perorata del agotamiento del cine de superhéroes. La nueva aventura del dios del trueno interpretado por el musculoso Chris Hemsworth, confirma el buen estado de forma de Marvel Studios y de su exitosa fórmula. Estamos ante un nuevo ejemplo de que la apuesta por hacer películas luminosas, festivas y llenas de humor, funciona: Thor prolonga el éxito de Spider-man: Homecoming y Guardianes de la Galaxia Vol. 2. Con esta última, comparte la space opera como subgénero, con una exquisita paleta de colores y un diseño inspirado en Jack Kirby, genio absoluto del cómic y cocreador del Universo Marvel junto a Stan Lee. El tono ligero de esta secuela contradice el concepto mismo del ragnarok de la mitología nórdica, la batalla del fin del mundo, el equivalente al Apocalipsis bíblico. Tampoco encontraréis la épica del estupendo relato que el autor de cómics Walter Simonson propuso en su etapa en los tebeos sobre el héroe. Por el contrario, esta película goza de un sano sentido del humor, en la línea de los mencionados Guardianes de la Galaxia, y potenciado por un director de comedias al que aparentemente le han dado libertad: Taika Waititi es el responsable de estupendas cintas como Lo que hacemos en las sombras (2014) y Hunt for the wilder people (2016). Waititi cumple sobradamente en lo visual -la fotografía es de Javier Aguirresarobe- dirigiendo un guión redondo que evita los clichés más sobados del género superheroico: el enfrentamiento final con la villana Hela (Cate Blanchett) está resuelto estupendamente, apelando antes al arco emocional del protagonista que a la confrontación física. Pero sobre todo, creo que la personalidad de Waititi debe notarse en lo bien que están sus actores, desde el propio Hemsworth a un Anthony Hopkins más gracioso que nunca, sin olvidar al roba-planos de Tom Hiddleston, que vuelve a ser Loki. Para que el ritmo no decaiga, el guión adapta otras aventuras de los cómics, como Contest of Champions (1982) y sobre todo Planet Hulk (2007), que convierte al monstruo encarnado por Mark Ruffalo en un gladiador espacial y que aquí se enfrenta a Thor. Nuevos personajes como la Valkiria (Tessa Thompson) -Westworld-, Skurge (Karl Urban) -Star Trek (2009)-, o el Gran Maestro (Jeff Goldblum) -Parque Jurásico (1993)- permiten que la diversión no decaiga. Pero quiero resaltar algunos guiños cinéfilos que, en mi opinión, elevan esta película muy por encima de otros ejemplos de cine comercial en términos de disfrute. Primero, la secuencia que reúne a Thor con el Doctor Extraño (Benedict Cumberbatch) en la que el hechicero se teletransporta mágicamente varias veces, pillando por sorpresa al héroe y haciéndole tropezar, caer y derramar su jarra de cerveza: ¿No recuerda esta secuencia a El moderno Sherlock Holmes (1924) en la que Buster Keaton jugaba con las convenciones del montaje cinematográfico al meter a su personaje en la proyección de una película? Segunda secuencia: cuando Thor viaja a la guarida del Gran Maestro, escuchamos el Pure Imagination que cantase Willy Wonka (Gene Wilder) en Un mundo de fantasía (1971). Esta referencia es extracinematográfica, nada tiene que ver con el mundo de superhéroes mitológicos en el que habita el dios del trueno, y busca colocar al espectador en un estado de ánimo específico con una referencia, más bien, oscura. Por último, quiero mencionar el montaje rítmico utilizado cuando Valkiria se prepara para el combate: recuerda vivamente a las escenas en las que Sam Raimi mostraba a su protagonista, Ash (Bruce Campbell), haciendo lo propio en la trilogía de Evil Dead, específicamente en El ejército de las tinieblas (1992). No debe ser casualidad: el tono levemente paródico de aquella película es un claro precedente del que imprime Waititi aquí. Personalmente, aplaudo esta Marvel que no se toma demasiado en serio a sus superhéroes, apostando por el humor y en definitiva, por la pura diversión. Que siga así.
THOR: RAGNAROK -LOS DIOSES DEBEN ESTAR LOCOS
Thor: Ragnarok se puede considerar un logro. Es una película entretenida, imaginativa, inteligente y graciosa, en los tiempos del blockbuster sin alma. Está a años luz del fallido tono shakespeariano del Thor (2011) de Kenneth Branagh y de la fantasía heroica de Thor: El mundo oscuro (2013). Y sobre todo desafía a los que repiten la perorata del agotamiento del cine de superhéroes. La nueva aventura del dios del trueno interpretado por el musculoso Chris Hemsworth, confirma el buen estado de forma de Marvel Studios y de su exitosa fórmula. Estamos ante un nuevo ejemplo de que la apuesta por hacer películas luminosas, festivas y llenas de humor, funciona: Thor prolonga el éxito de Spider-man: Homecoming y Guardianes de la Galaxia Vol. 2. Con esta última, comparte la space opera como subgénero, con una exquisita paleta de colores y un diseño inspirado en Jack Kirby, genio absoluto del cómic y cocreador del Universo Marvel junto a Stan Lee. El tono ligero de esta secuela contradice el concepto mismo del ragnarok de la mitología nórdica, la batalla del fin del mundo, el equivalente al Apocalipsis bíblico. Tampoco encontraréis la épica del estupendo relato que el autor de cómics Walter Simonson propuso en su etapa en los tebeos sobre el héroe. Por el contrario, esta película goza de un sano sentido del humor, en la línea de los mencionados Guardianes de la Galaxia, y potenciado por un director de comedias al que aparentemente le han dado libertad: Taika Waititi es el responsable de estupendas cintas como Lo que hacemos en las sombras (2014) y Hunt for the wilder people (2016). Waititi cumple sobradamente en lo visual -la fotografía es de Javier Aguirresarobe- dirigiendo un guión redondo que evita los clichés más sobados del género superheroico: el enfrentamiento final con la villana Hela (Cate Blanchett) está resuelto estupendamente, apelando antes al arco emocional del protagonista que a la confrontación física. Pero sobre todo, creo que la personalidad de Waititi debe notarse en lo bien que están sus actores, desde el propio Hemsworth a un Anthony Hopkins más gracioso que nunca, sin olvidar al roba-planos de Tom Hiddleston, que vuelve a ser Loki. Para que el ritmo no decaiga, el guión adapta otras aventuras de los cómics, como Contest of Champions (1982) y sobre todo Planet Hulk (2007), que convierte al monstruo encarnado por Mark Ruffalo en un gladiador espacial y que aquí se enfrenta a Thor. Nuevos personajes como la Valkiria (Tessa Thompson) -Westworld-, Skurge (Karl Urban) -Star Trek (2009)-, o el Gran Maestro (Jeff Goldblum) -Parque Jurásico (1993)- permiten que la diversión no decaiga. Pero quiero resaltar algunos guiños cinéfilos que, en mi opinión, elevan esta película muy por encima de otros ejemplos de cine comercial en términos de disfrute. Primero, la secuencia que reúne a Thor con el Doctor Extraño (Benedict Cumberbatch) en la que el hechicero se teletransporta mágicamente varias veces, pillando por sorpresa al héroe y haciéndole tropezar, caer y derramar su jarra de cerveza: ¿No recuerda esta secuencia a El moderno Sherlock Holmes (1924) en la que Buster Keaton jugaba con las convenciones del montaje cinematográfico al meter a su personaje en la proyección de una película? Segunda secuencia: cuando Thor viaja a la guarida del Gran Maestro, escuchamos el Pure Imagination que cantase Willy Wonka (Gene Wilder) en Un mundo de fantasía (1971). Esta referencia es extracinematográfica, nada tiene que ver con el mundo de superhéroes mitológicos en el que habita el dios del trueno, y busca colocar al espectador en un estado de ánimo específico con una referencia, más bien, oscura. Por último, quiero mencionar el montaje rítmico utilizado cuando Valkiria se prepara para el combate: recuerda vivamente a las escenas en las que Sam Raimi mostraba a su protagonista, Ash (Bruce Campbell), haciendo lo propio en la trilogía de Evil Dead, específicamente en El ejército de las tinieblas (1992). No debe ser casualidad: el tono levemente paródico de aquella película es un claro precedente del que imprime Waititi aquí. Personalmente, aplaudo esta Marvel que no se toma demasiado en serio a sus superhéroes, apostando por el humor y en definitiva, por la pura diversión. Que siga así.
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