En I Lost My Body una mano amputada busca incesantemente. Su deambular por la ciudad, moviéndose fuera de la vista de las personas, detrás de cubos de basura, bajo los coches, alcantarillas y túneles de metro, permite ángulos de cámara imposibles y que la narración tenga un punto de vista insólito, en un ejercicio de animación soberbio, tan dinámico en lo visual, como poético en sus ideas. Porque la mano, intuimos, pertenece a Naoufel (Hakim Faris) un joven cuya vida vamos conociendo a través de los flashbacks que evoca el miembro desprovisto de su cuerpo. Naoufel es un joven que ha tenido mala suerte en todo, que busca un sentido para su vida -como la mano busca su cuerpo- y que parece no valer para ningún oficio. Justamente, Naoufel encontrará su vocación trabajando, cómo no, con sus manos. Pero ni por esas le abandonará su mala fortuna. El otro elemento importante en este primer largometraje como director del animador francés, Jérémy Clapin, es el sonido. Naoufel se relaciona con el mundo a través de los sonidos y la música -sus manos infantiles aprenderán a tocar el piano- ya que de niño se dedica a grabar todo a su alrededor. Estos sonidos registrados le permitirán revivir el momento más trágico de su vida. Pero también, a través de la voz que viaja gracias a un telefonillo conocerá a un personaje que le cambiará, Gabrielle -a la que vemos casi siempre con auriculares-. La secuencia en la que ella reconstruye el destino de Naoufel, a través de los sonidos que ha grabado, es memorable. Si antes he dicho que la mano sin cuerpo se pasea por los bajos de la ciudad, por el subsuelo, el camino de Naoufel es ascendente, hacia la azotea de los edificios, y de hecho la mano no se acercará a su cuerpo hasta que se produce un mágico viaje por los aires. I Lost My Body tiene un fantástico look de animación tradicional -en realidad está hecha en 3D- que le ha valido el premio de la Semana de la Crítica en Cannes, la nominación a los premios del Cine Europeo, el galardón a la mejor música en Sitges, y la nominación al Oscar.
I LOST MY BODY -POESÍA ANIMADA
En I Lost My Body una mano amputada busca incesantemente. Su deambular por la ciudad, moviéndose fuera de la vista de las personas, detrás de cubos de basura, bajo los coches, alcantarillas y túneles de metro, permite ángulos de cámara imposibles y que la narración tenga un punto de vista insólito, en un ejercicio de animación soberbio, tan dinámico en lo visual, como poético en sus ideas. Porque la mano, intuimos, pertenece a Naoufel (Hakim Faris) un joven cuya vida vamos conociendo a través de los flashbacks que evoca el miembro desprovisto de su cuerpo. Naoufel es un joven que ha tenido mala suerte en todo, que busca un sentido para su vida -como la mano busca su cuerpo- y que parece no valer para ningún oficio. Justamente, Naoufel encontrará su vocación trabajando, cómo no, con sus manos. Pero ni por esas le abandonará su mala fortuna. El otro elemento importante en este primer largometraje como director del animador francés, Jérémy Clapin, es el sonido. Naoufel se relaciona con el mundo a través de los sonidos y la música -sus manos infantiles aprenderán a tocar el piano- ya que de niño se dedica a grabar todo a su alrededor. Estos sonidos registrados le permitirán revivir el momento más trágico de su vida. Pero también, a través de la voz que viaja gracias a un telefonillo conocerá a un personaje que le cambiará, Gabrielle -a la que vemos casi siempre con auriculares-. La secuencia en la que ella reconstruye el destino de Naoufel, a través de los sonidos que ha grabado, es memorable. Si antes he dicho que la mano sin cuerpo se pasea por los bajos de la ciudad, por el subsuelo, el camino de Naoufel es ascendente, hacia la azotea de los edificios, y de hecho la mano no se acercará a su cuerpo hasta que se produce un mágico viaje por los aires. I Lost My Body tiene un fantástico look de animación tradicional -en realidad está hecha en 3D- que le ha valido el premio de la Semana de la Crítica en Cannes, la nominación a los premios del Cine Europeo, el galardón a la mejor música en Sitges, y la nominación al Oscar.
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