Si algo nos ha enseñado la pandemia del coronavirus es que el fin del mundo no es una espectacular explosión hollywoodense, sino una progresiva pérdida de calidad de vida, de la que la mayoría no se da ni cuenta. La serie francesa El colapso, disponible en Filmin, llega en un momento extraño de nuestras vidas, tras la llegada de la covid-19, cuando la preocupación inmediata por el virus ha sustituido a la anterior ansiedad por una cercana pero todavía futura catástrofe climática. La serie se compone de 8 episodios, sin conexión argumental directa más allá de un escenario compartido de crisis. Cada entrega es una faceta diferente del Apocalipsis, con distintos personajes y situaciones: un supermercado -todos hemos vivido el desabastecimiento de ciertos productos ¿no?-, una gasolinera, el chalet de un millonario, una comunidad fundada por supervivientes, una central nuclear con ecos de Chernóbil, una residencia de ancianos -cuyo drama conocemos de sobra-, un velero en alta mar y un programa de televisión en directo. Creada por el colectivo Les Parasites, que escribe y dirige cada episodio, El colapso imagina las consecuencias de la catástrofe con bastante tino, resultando aterradora en su capacidad anticipatoria, como lamentablemente estamos comprobando en la crisis actual. En una decisión que creo afortunada, la forma elegida para contar estas historias es el plano secuencia. Un virtuoso trabajo de cámara que se pega a los protagonistas, obligando a una elaborada coreografía de personajes, situaciones y diálogos. Este recurso imprime inmediatez, realismo y sobre todo tensión a cada entrega. Las historias son sencillas, directas, pero contundentes, contadas en tiempo real y sin darnos tregua. Hay episodios visualmente espectaculares, como el del velero. Así, cada entrega es como un destello, que nos ciega, que nos impide ver que hay un conjunto. Poco a poco, los episodios se van complementando, algunas caras se van repitiendo de un capítulo a otro, de forma sutil, para hablarnos de una historia mayor. Sabiamente, nunca se nos muestra el 'colapso' que acaba con el mundo, sino que vemos sus consecuencias tras varios días, o incluso, los instantes previos. Pero al llegar a la octava entrega, todas las piezas encajarán en un contundente alegato ecologista que sin duda nos hace reflexionar. El mensaje subyacente de la serie es demoledor: somos nuestros propios enemigos y ante la catástrofe no tardaríamos en lanzarnos a la yugular del vecino. La desconfianza en el otro es el gran tema de El colapso. A pesar de algunas muestras de idealismo en episodios como La central y La residencia, el mensaje de Les Parasites no puede ser más pesimista, atreviéndose a proponer elementos de ciencia ficción conspiranoica, como el papel de los poderosos en el destino del mundo, en una combativa y estimulante postura ideológica. El colapso puede no ser agradable de ver en los tiempos que corren, cuando ya no hace falta imaginar el fin del mundo, pero en mi opinión está entre las series del año.
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