EL AGENTE TOPO -INFILTRADO EN LA SOLEDAD


Como la vida misma, El agente topo comienza con risas y esperanzas, para luego acabar enfrentándonos a una verdad ineludible, la de la vejez y la muerte. La premisa de esta película chilena nominada al Oscar es muy original, casi de humor absurdo: un detective privado contrata a Sergio (Sergio Chamy), un hombre mayor, para que se infiltre en una residencia de la tercera edad y descubra si una de las residentes está siendo atendida adecuadamente, o si, por el contrario, sufre malos tratos. La comicidad de un torpe Sergio, haciendo de espía improvisado, catapulta la película y de paso nos permite descubrir la tremenda humanidad de un personaje inolvidable. Sergio no podrá mantenerse neutral, ni objetivo ante lo que ve, y acabará trabando amistad con las residentes y solidarizándose con sus problemas. Entre el documental y la ficción, este film dirigido por Maite Alberti tiene la fuerza de su tremenda inocencia: no hay subtexto, la narración es directa y sencilla, las situaciones planteadas ocurren delante de la cámara con tremenda candidez, el mensaje está muy claro. Todo el humor del mundo no puede ocultar la realidad de la vejez, de la decadencia física y mental, de la tremenda soledad de los que ya no pueden correr al ritmo de la vida, del despiadado ciclo vital que aparta a los que 'estorban'. La vida nunca tiene un final feliz. El agente topo nos muestra el fin de la existencia y nos descubre que se parece mucho al inicio de la misma. La residencia en la que ocurre la acción no es muy diferente a una escuela infantil: los que allí están necesitan ayuda para comer, para vestirse y su ropa está identificada con sus nombres. De la mano de Sergio y sus ridículas gafas de espía con cámara oculta, entraremos en el pequeño universo de la residencia, un lugar al que nadie quiere entrar y del que se sale siempre demasiado pronto. Es imposible no emocionarse con lo que vemos, porque sabemos que es lo que nos espera, y quizás sea fácil enfadarse ante una verdad que no se quiere aceptar y probablemente ante la culpa de responsabilidades no asumidas.

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