HIERRO -SEGUNDA TEMPORADA -DESPEDIDA


Me sabe mal despedirme de Hierro sin que ninguna de sus dos temporadas haya conseguido atraparme realmente. La serie tiene unos valores de producción impresionantes, no solo por los espectaculares escenarios de la isla canaria, sino también por el provecho que sacan de ellos la realización y la fotografía que firman Jorge Coira y José Luis Bernal respectivamente. Además de esto, el gran valor de la serie son dos estupendos actores como Candela Peña y Darío Grandinetti. La primera es una actriz capaz de hacer creíble cualquier personaje: aquí es la jueza Candela Montes, tan estricta y profesional como sensible y humana, un personaje con mucha fuerza que creo merece más recorrido. Peña lo mismo te hace a esta jueza 'echada pa´lante' que a una mujer en la crisis de la madurez en La boda de Rosa o una activista lesbiana imposible en África, en Black Beach. Por otro lado, Grandinetti tiene el talento de hacer que su personaje parezca profundo y humano. Su Díaz, un empresario platanero y narco, despliega una humanidad tremenda -sobre todo en las escenas con su hija, Pilar (Kimberley Tell)- y resulta atractivo al demostrar que tiene principios morales, un código de honor, a pesar de ser un criminal. Con estos dos personajes y estos actores, la serie ya merece la pena. Mi decepción tiene que ver con el poco aprovechamiento que se hace de ambos. Los argumentos de las dos temporadas no consiguen implicarlos del todo en la trama. La segunda entrega de Hierro propone un conflicto familiar como núcleo dramático, enfrentando a un empresario, Gaspar (Matías Varela) con su exmujer, Lucía (Aroha Hafez), por la custodia de sus hijas. La trama irá desvelando los pecados ocultos de cada uno de ellos y de su entorno, para plantear un nuevo whodunit -igual que en la primera temporada- sobre la identidad del asesino de un personaje que no desvelaré. El guión de Fran Araujo, Pepe Coira y su equipo, se esmera en mantener el interés, con un buen ritmo narrativo y varios giros sorprendentes que te mantienen enganchado. Pero quizás esa sólida estructura narrativa ahoga a los personajes, como la jueza y Díaz, a los que nos quedamos con ganas de ver un poco más. Se percibe además cierto esfuerzo de más en mantener todas las tramas conectadas. Un ejemplo es ese inquietante villano Fadi Najjar (Enrique Alcides) cuya implicación no termina de estar justificada en la historia, a pesar del móvil económico y la muerte de su madre. Estas inconsistencias de base hacen que el espectacular clímax en un torneo de lucha canaria -que sustituye a la 'Bajada' de la primera entrega- se resienta: las decisiones y reacciones de los personajes implicados en acciones paralelas parecen algo forzadas. Justo antes, ocurría una escena excelente en la que la jueza -ojo spoiler- se enfrenta a una pistola en su cabeza. Un momento tenso, original, divertido, muy bien escrito y mejor interpretado por Candela Peña, que nos hace desear más de Hierro, más de la jueza Montes y más de Díaz.

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