La madre del Blues -Ma Raineys´s Black Botton- está basada en una de las obras del ciclo de Pittsburgh del dramaturgo August Wilson -dos veces ganador del Pullitzer- que, en una serie de textos teatrales realizó una radiografía, década a década, de la comunidad afroamericana de Estados Unidos en el siglo XX. Produce Denzel Washington, quien ya dirigió y protagonizó otra pieza de Wilson, la estupenda Fences (2016). Con estos antecedentes es fácil suponer que la película contiene no pocas reivindicaciones sociales y que crítica -como no podía ser de otra manera- la discriminación racial en Estados Unidos, en este caso, en los años 20, en Chicago. La obra está inspirada en un personaje real, Gertrude 'Ma' Rainey, cantante de blues afroamericana, de las señaladas que pudo grabar sus canciones y apodada como la 'madre' del blues. Se trata de un personaje poderoso, de gran talento, enfrentado a los prejuicios de una época, no solo por su color de piel, sino también por ser lesbiana, y mujer. A pesar de esto, el talento de Rainey le permitía comportarse como una diva, ya que en Estados Unidos, lo verdaderamente importante es el dinero, y sus discos eran un buen negocio en la comunidad afroamericana. El personaje es interpretado por Viola Davis, fantástica actriz que ya ha ganado el Oscar -precisamente por Fences- y que ahora vuelve a ser nominada -es su cuarta candidatura- pero como actriz principal. Viola Davis borda el papel gracias a su innegable presencia física, aquí siempre sudorosa, con el maquillaje a punto de correrse, excesiva y una auténtica tirana que aterroriza a todos a su alrededor, pero en la que adivinamos también la vulnerabilidad de vivir en un mundo de hombres blancos y de saberse utilizada como mercancía. "Solo quieren mi voz", dice durante la película. Frente a Viola Davis está otro estupendo actor, el tristemente fallecido Chadwick Boseman, muy probable ganador del Oscar por su papel como Levee, un talentoso pero impetuoso, conflictivo y rencoroso trompetista de trágico signo. Boseman, que ya ganó el Globo de Oro, está espléndido en un papel que nada tiene que ver con su heroico T´Challa en Black Panther (2018). Y es que el punto fuerte de La madre del Blues -disponible en Netflix- es su origen teatral, que permite el lucimiento de sus actores, todos estupendos: especialmente Colman Domingo y Glynn Turman. Por lo demás, la película intenta oxigenar con narrativa cinematográfica un texto teatral -todo ocurre durante la grabación de un disco- sin conseguirlo del todo, a pesar de buenas ideas de puesta en escena del director George C. Wolfe, reputado dramaturgo estadounidense. La película cuenta, además, con una estupenda ambientación de época y opta al Oscar por su diseño de producción, maquillaje y peluquería, y vestuario. Aunque quizás falla en la traslación del teatro al lenguaje cinematográfico -que firma Ruben Santiago-Hudson- La madre del blues consigue desarrollar a dos estupendos personajes -Ma Rainey y Levee- y expresar de forma palpable el racismo que sufrieron los afroamericanos y cómo los blancos consiguieron, incluso, robarles su música.
LA MADRE DEL BLUES -EL ALMA AFROAMERICANA
La madre del Blues -Ma Raineys´s Black Botton- está basada en una de las obras del ciclo de Pittsburgh del dramaturgo August Wilson -dos veces ganador del Pullitzer- que, en una serie de textos teatrales realizó una radiografía, década a década, de la comunidad afroamericana de Estados Unidos en el siglo XX. Produce Denzel Washington, quien ya dirigió y protagonizó otra pieza de Wilson, la estupenda Fences (2016). Con estos antecedentes es fácil suponer que la película contiene no pocas reivindicaciones sociales y que crítica -como no podía ser de otra manera- la discriminación racial en Estados Unidos, en este caso, en los años 20, en Chicago. La obra está inspirada en un personaje real, Gertrude 'Ma' Rainey, cantante de blues afroamericana, de las señaladas que pudo grabar sus canciones y apodada como la 'madre' del blues. Se trata de un personaje poderoso, de gran talento, enfrentado a los prejuicios de una época, no solo por su color de piel, sino también por ser lesbiana, y mujer. A pesar de esto, el talento de Rainey le permitía comportarse como una diva, ya que en Estados Unidos, lo verdaderamente importante es el dinero, y sus discos eran un buen negocio en la comunidad afroamericana. El personaje es interpretado por Viola Davis, fantástica actriz que ya ha ganado el Oscar -precisamente por Fences- y que ahora vuelve a ser nominada -es su cuarta candidatura- pero como actriz principal. Viola Davis borda el papel gracias a su innegable presencia física, aquí siempre sudorosa, con el maquillaje a punto de correrse, excesiva y una auténtica tirana que aterroriza a todos a su alrededor, pero en la que adivinamos también la vulnerabilidad de vivir en un mundo de hombres blancos y de saberse utilizada como mercancía. "Solo quieren mi voz", dice durante la película. Frente a Viola Davis está otro estupendo actor, el tristemente fallecido Chadwick Boseman, muy probable ganador del Oscar por su papel como Levee, un talentoso pero impetuoso, conflictivo y rencoroso trompetista de trágico signo. Boseman, que ya ganó el Globo de Oro, está espléndido en un papel que nada tiene que ver con su heroico T´Challa en Black Panther (2018). Y es que el punto fuerte de La madre del Blues -disponible en Netflix- es su origen teatral, que permite el lucimiento de sus actores, todos estupendos: especialmente Colman Domingo y Glynn Turman. Por lo demás, la película intenta oxigenar con narrativa cinematográfica un texto teatral -todo ocurre durante la grabación de un disco- sin conseguirlo del todo, a pesar de buenas ideas de puesta en escena del director George C. Wolfe, reputado dramaturgo estadounidense. La película cuenta, además, con una estupenda ambientación de época y opta al Oscar por su diseño de producción, maquillaje y peluquería, y vestuario. Aunque quizás falla en la traslación del teatro al lenguaje cinematográfico -que firma Ruben Santiago-Hudson- La madre del blues consigue desarrollar a dos estupendos personajes -Ma Rainey y Levee- y expresar de forma palpable el racismo que sufrieron los afroamericanos y cómo los blancos consiguieron, incluso, robarles su música.
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