EUPHORIA -SERIE DE ADOLESCENTES
CAMERA CAFÉ -EL PRIMER CINE CHANANTE
LA ASPIRANTE -TODO POR EL ÉXITO
EL ACONTECIMIENTO -TERAPIA DE CHOQUE
LA HIJA OSCURA -MATERNIDAD Y CULPA
EL PROYECTO ADAM - VOLVER EN EL TIEMPO
RED -EL PANDA ROJO EN LA HABITACIÓN
LA PEOR PERSONA DEL MUNDO -TODOS SOMOS JULIE
JACKASS FOREVER -LA ÚLTMA JUERGA
FLEE -EL INCONVENIENTE DE HABER NACIDO...
Basta mencionar las tres nominaciones que tiene Flee a los premios Óscar para darse cuenta de que se trata de una obra bastante especial: mejor película de animación, mejor largometraje documental y mejor película extranjera. La primera se debe a que estamos ante la historial real de Amin, un refugiado de Afganistán que se ve obligado a huir de su país en los años 80, lo que supone separarse de sus raíces, de su familia y mantener oculto su pasado para no perder su condición de asilado político. Amin es homosexual y el descubrimiento de su orientación sexual se complica por la necesidad de emigrar y por la discriminación a la que se enfrenta en Afganistán y también en Rusia. Esto está contando con materiales de archivo reales, pero sobre todo a través de la animación -la película ha ganado premios en festivales especializados- que sirve muy bien para plasmar en la pantalla esta historia humana estremecedora. Por último, Flee compite en los Óscar por Dinamarca -aunque es una coproducción de varios países-. La película, dirigida por el danés Jonas Poher Rasmussen, es un relato emocionante que nos muestra la lucha incansable de un ser humano por conseguir algo tan básico como la felicidad. Si esta parece garantizada a ciertos niveles en países de occidente como el nuestro, esta cinta nos hace reflexionar sobre el azar de nacer en un país que parece destinado al conflicto, en una cultura castradora, en una religión retrógrada, con un color de piel que puede complicar la posibilidad de ser aceptado o con una orientación sexual que todavía, en pleno siglo XXI, sigue siendo perseguida por los que cultivan el odio irracional. El viaje de Amin hacia la libertad, la aceptación y la felicidad, que todos creemos merecer solo por haber nacido, da como resultado un film emocionante que habla de muchas cosas, todas ellas, verdaderamente importantes.
THE BATMAN -SOMETHING IN THE WAY
Con el estreno de The Batman las redes sociales se han volcado en un encendido debate: ¿Supera la nueva película del hombre murciélago a la idolatrada -por muchos- trilogía de Christopher Nolan? La primera respuesta que se me ocurre es: ¿Qué importa? Esto de poner a competir a las películas como si fueran equipos de fútbol me parece poco provechoso y en definitiva absurdo ¿Realmente alguien puede decir que Vértigo (1958) es mejor que Ciudadanos Kane (1941)? Francamente creo que no. El empeño en mantener a El caballero oscuro (2008) de Nolan en la cima del cine de superhéroes e incluso postularla como una 'obra maestra' absoluta -estuvo nominada a 8 premios Óscar- solo se puede explicar por el fanatismo que despiertan tanto Christopher Nolan como el propio personaje de Batman. Los que crecimos con la versión de Tim Burton sobre el superhéroe ya sufrimos que sus obras fueran denostadas debido al éxito de la interpretación de Nolan y es ahora esta generación la que sufre los sinsabores inevitables del paso del tiempo y de la llegada de algo nuevo. Como James Bond, Batman se ha convertido en un personaje cinematográfico con diferentes encarnaciones que se van adaptando a cada época. Es normal que este nuevo Batman esté más en sintonía con la sensibilidad actual y que el de Nolan -que reflejaba los miedos post-11S- nos parezca ahora algo superado.
Las tres películas de Christopher Nolan sobre el caballero oscuro son estupendas y las de Tim Burton tienen una personalidad y un encanto tremendos. Y ahora hay que decir que el director Matt Reeves ha hecho una versión fantástica del personaje. Hay que empezar el análisis por decir que el propio título, The Batman, se puede leer como una declaración de intenciones. Esta no es otra película de Batman. Este es EL Batman. Lo que diferencia a la visión de Reeves de todo lo que hemos visto anteriormente es que nunca se había apostado de forma tan decidida por darle protagonismo al superhéroe. Las dos entregas de Tim Burton con Michael Keaton -y las dos continuaciones dirigidas por el denostado Joel Schumacher- preferían convertir al villano de turno en la gran estrella de la función -siguiendo la línea de la serie de los sesenta protagonizada por Adam West-. La trilogía de Nolan le daba más importancia al personaje de Bruce Wayne -interpretado por un eficiente Christian Bale- reduciendo al máximo las apariciones del superhéroe, que casi siempre se reducían a las escenas de acción. Creo que esto se debía en gran parte a cierto pudor a mostrar en pantalla a un tipo disfrazado de murciélago. En 2022, el público está mas que acostumbrado a ver trajes de superhéroe de todo tipo y esto lo aprovecha Reeves para ser el primero en desarrollar a Batman como personaje y no como un simple álter ego. En The Batman, vemos al héroe (Robert Pattinson) enfundado en su traje durante casi todo el metraje, incidiendo como nunca antes se había hecho en cine en su faceta como detective y en su relación con el comisario Gordon (Jeffrey Wright). Bruce Wayne está mucho menos presente, es más joven y retraído, con una personalidad por desarrollar: su único vínculo con la humanidad es, como siempre, Alfred, bien interpretado por Andy Serkis, que aparece lo justo. Esta adaptación se parece mucho más a los cómics de Batman, sobre todo a los más realistas de los años 70.
The Batman es cine negro -como lo son muchos de los cómics sobre el personaje- con sus bajos fondos, sus criminales mafiosos -El Pingüino (Colin Farrell) y Carmine Falcone (John Turturo)-, sus policías y políticos corruptos y su femme fatale -Catwoman (Zoë Kravitz)-. En algún momento, incluso, me he acordado de Chinatown (1974). Se ha mencionado la influencia del thriller de David Fincher y es imposible no ver algunos paralelismos con Seven (1995), con Zodiac (2007) y darnos cuenta de que para el misterioso Enigma (Paul Dano), Batman era su Tyler Durden. En muchos momentos de la película no sabemos si la mirada que nos muestra Reeves es la del héroe o la del villano y sus caminos, y sus historias, corren en paralelo. Con estas ideas, Reeves crea una historia absorbente, cuyas casi tres horas no pesan y que nos lleva de la mano en este nuevo Año Uno de Batman, en un descenso a los infiernos de Gotham y de la propia génesis del personaje creado por Bill Finger y Boba Kane en 1939. Este Batman comienza siendo un vigilante violento y vengativo, pero acaba convertido en un héroe que ve la luz al final del túnel. Reeves limita su película a cuatro o cinco secuencias de acción -pero son memorables-, nos regala una presentación de Batman que vale la película, y llena su retorcido argumento de diálogos, sí, pero nos cuenta lo importante valiéndose de las imágenes. No perdáis detalle. The Batman es una película oscura, desenfocada, empañada por la lluvia constante: su diseño visual es arriesgado y estimulante. Reeves elige un look entre la fantasía gótica de Burton -la película está llena de guiños al autor de Batman Vuelve (1992), sobre todo cuando aparece Catwoman- y el frío realismo ultramoderno de Nolan y nos muestra una Gotham entre el expresionismo y el Nueva York de Taxi Driver (1976). También hay que mencionar una espectacular banda sonora de Michael Giacchino, que se queda grabada en la cabeza -y ojo al uso de Nirvana para marcar el tono del relato-. Nos encontramos por tanto ante un producto redondo que confirma a Reeves como un valor seguro a la hora de renovar conceptos asentados en la cultura popular: lo hizo con Godzilla en Monstruoso (2008); con los vampiros en el remake de Déjame entrar (2010); con la ciencia ficción de El planeta de los simios (1968) en las dos entregas de las que se hizo cargo. Ahora se supera con uno de los personajes más icónicos de la cultura popular. The Batman es probablemente el mejor blockbuster que veremos este año.
UN HÉROE -LA VERDAD Y LA MENTIRA
UNCHARTED -CINE (DIGITAL) DE AVENTURAS
Los cómics -sobre todo el tebeo de superhéroes- han nutrido en los últimos 10 o 15 años al blockbuster -el único género capaz, actualmente, de convocar masivamente a los espectadores a las salas- de temas y argumentos en su voraz necesidad de crear 'nuevas' y rentables franquicias. En cambio, el videojuego, industria que desde hace tiempo disfruta del tópico de ser más rentable que el cine, no ha conseguido del todo explotar el atractivo y la fama de sus títulos más señeros, porque también sufre por otro lugar común: que las adaptaciones del videojuego al cine nunca fueron buenas. Esto se puede deber a varias razones: la dificultad de trasladar lo que hace atractivo a un videojuego a otro medio -el componente interactivo, la mecánica jugable-, o que muchos títulos se inspiren en películas. Es el caso, por citar un ejemplo conocido, de Tomb Raider, que cuenta ya con tres títulos y cuyo referente es Indiana Jones. Lo mismo ocurre ahora con Uncharted, estupendo título de Playstation que Sony ha confiado a Tom Holland -la estrella más taquillera del momento-, protagonista del gran éxito actual de los estudios, la trilogía de Spider-Man que comparte con Marvel Studios. Acompaña a Holland el carismático Mark Wahlberg, que hace las veces de mentor/figura paterna -la película sigue las famosas etapas del viaje del héroe de Joseph Campbell- que además aporta un tono de buddy movie que puede dar mucho de sí en las secuelas que seguramente tienen en mente los productores. Uncharted tiene la dosis justa de aventura, acción y humor para ser un estupendo entretenimiento, lo que no impide que seamos conscientes de sus deudas con películas que ya hemos visto: la referencia clara a Indiana Jones, pero también encontramos elementos de la saga de James Bond, de las películas de atracos y hasta de Los Goonies (1985), lo que inevitablemente me ha hecho sentir cierta nostalgia por los tiempos en los que los especialistas se jugaban el tipo en las secuencias de acción: aquí todo es digital. Mencionemos también que Antonio Banderas hace de villano, creo que desperdiciado, y que hay referencias a España en la película: la vuelta al mundo de Magallanes y aparece Barcelona como escenario presentado con música de ¡Camarón!. A pesar de todo esto, como ya he dicho, Uncharted es un entretenimiento muy disfrutable. Eso sí, me perdonaréis que hable ahora como padre y me queje de que una película de aventuras cuyo público objetivo debería ser el infantil -que acabará viendo la película de todas maneras- se camufle como cine 'adulto' trufando los diálogos de tacos malsonantes y, mucho peor, exaltando de forma irresponsable el consumo de bebidas alcohólicas innecesariamente.