¿Quién no se ha sentido alguna vez la peor persona del mundo? Algunos lo sienten constantemente, otros, están convencidos de ello. Pero los peores, creo yo, son los que se sienten las mejores personas. ¿Por qué ha titulado así su película el noruego Joachim Trier? La frase, en la cinta, se le atribuye al personaje de Eivind (Herbert Nordrum), pero parece claro que el título de este film se refiere a su protagonista, Julie, interpretada por Renate Reinsve, en un papel de los que se quedan en la memoria y que le ha valido el premio a la mejor actriz en el Festival de Cannes. Julie es presentada en la historia como una joven que no encuentra su camino: no sabe qué carrera universitaria estudiar, ni cuál quiere que sea su profesión y que va pasando de una pareja a la siguiente de una forma despreocupada y alegre. Quizás, todos esos caminos abandonados, esas relaciones rotas y ese no saber qué hacer con su vida, es lo que hace que Julie se sienta como la peor persona del mundo. O quizás no. La película comienza como una comedia romántica con ecos de Woody Allen, pero no habla de amor -¿O sí?- sino de una insatisfacción existencial -Julie nunca parece satisfecha del todo con nada- cuya vertiente más dramática, eso sí, es la sentimental. El guión de Trier y Eskil Vogt parece decirnos que la vida en pareja no es la respuesta a los problemas, sino uno más a resolver junto al trabajo, la familia, y las aspiraciones personales. Julie vive en una continua huida hacia adelante, casi sin mirar atrás, mientras el tiempo comienza a pasarle factura: ¿No tiene edad para tener un trabajo estable? ¿No debería haber alcanzado ya el éxito, en algo, en lo que fuera? ¿No ha llegado el momento de ser madre? Julie parece escapar de todas esas preguntas mientras intenta no perder, sin embargo, la esperanza de conseguir todas esas cosas. Como si se empeñase en seguir siendo joven, en seguir teniendo un futuro abierto a todas las posibilidades. ¿Cuántas comedias románticas os han hecho pensar en algo así? Lo que más me gusta de esta película es que no se juzga a su heroína, que sigue siendo a nuestros ojos encantadora, frágil y sobre todo valiente y muy libre. Trier incide varias veces en la juventud de Julie, buscando quizás el retrato generacional del millennial, de esos que se han quedado a medio camino entre lo analógico y lo virtual. Frente a Julie, Trier coloca a su interés romántico, a Aksel -interpretado por el actor fetiche del director, Anders Danielsen Lie- un dibujante de cómics -a lo Robert Crumb- enfrentado a los nuevos tiempos de corrección política y feminismo, cuyo discurso final, amargo y nostálgico, sobre la cultura y el formato físico, es un emocionante elogio fúnebre de la generación X (la mía). La peor persona del mundo está nominada a dos premios Óscar: mejor película extranjera y mejor guión original. Pero eso es lo de menos. Para el que esto escribe es una de esas pocas películas que llega hondo, que reconcilia con el cine y con la existencia, que instantáneamente pasa a formar parte de la lista de las mejores de toda la vida.
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