Doctor Strange es justo lo que el Universo Marvel Cinematográfico necesitaba en este momento. Ante la saturación superheroica en las pantallas de cine -y de televisión- la nueva película de Marvel Studios ofrece una obra que es puro entretenimiento, que narra de forma clásica un relato heroico, pero que innova en las soluciones visuales de tal forma que evita la sensación de "esto ya lo hemos visto". Dirige Scott Derrickson - Sinister (2012)- una historia que se apoya por enésima vez en el viaje del héroe que descubriera el mitógrafo Joseph Campbell y que George Lucas convirtió en el plano de obra de su Star Wars (1977) y que los hermanos ¿o hermanas? Wachowski aplicaron también en Matrix (1999). Protagoniza Benedict Cumberbatch en el papel de un médico que en el inicio de su viaje es egocéntrico pero genial -un poco como House (2004-2012) que, curiosamente, es la traslación de Sherlock Holmes a la medicina- y que se apoya en un reparto de actores muy sólidos: Tilda Swinton, Chiwetel Ejiofor, Rachel McAdams y Mads Mikkelsen. Todos están bien porque el estilo Marvel le da más importancia a los personajes que al argumento, que en este caso es tan sencillo como el origen del héroe -aquí el hábito hace al monje: el hechicero adquiere todas su habilidades cuando su disfraz se completa-. Esta narración manida, aderezada con espectaculares secuencias de acción y agradecidos golpes de humor -a ver si en DC aprenden de una vez- consigue que la historia pase como un suspiro y nos deje pidiendo más. Para eso están, por cierto, las famosas escenas post-créditos. Lo más atractivo de la propuesta son dos set pieces visualmente apabullantes: la primera, juega con el espacio -en clara deuda con Origen (Christopher Nolan, 2010)- y la segunda utiliza el tiempo, concepto que se convierte en el leitmotiv del film. Estas dos secuencias son las que convierten Doctor Strange en algo fresco y original, al trasladar de forma espectacular el imaginario visual de Steve Ditko, dibujante de Marvel, creador de Spider-Man y de este Doctor Extraño y auténtica fuerza creativa a contraponer al torrente de Jack Kirby y sus musculosos supertipos como el Capitán América, Hulk o Thor. El film inaugura, además, la parcela mágica del Universo Marvel en cine, tras los superhéroes clásicos de Los Vengadores (2015), la space opera de Guardianes de la Galaxia (2014), los espías de Agentes de S.H.I.E.L.D y el realismo urbano de Luke Cage (2016), pero se mantiene bastante independiente del resto de películas, a pesar de un par de guiños, incluyendo la posibilidad de que Strange hubiese operado al lesionado War Machine (Don Cheadle) tras Capitán América: Civil War (2016).
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