LO QUE ESCONDE SILVER LAKE -TODO ESTÁ CONECTADO
Lo que esconde Silver Lake es meter en una película todo lo que mola. Atmósfera de cine negro clásico, un protagonista rebelde pero agradable -perfecto Andrew Garfield- que fue Peter Parker -el guiño a The Amazing Spiderman (2012) es fantástico-, chicas guapas, Kurt Cobain, cómics, pelis antiguas de serie B, animaciones, canciones de REM, y sobre todo, un misterio. Un misterio continuo, conspiranoico, en un deambular constante puntuado por encuentros con personajes y situaciones casi oníricas. Algo así como Jo qué noche (1985) pero durante días. La siguiente película de David Robert Mitchell tras It Follows (2014) es un film sobre nada -como Seinfeld- y sobre todo. Pretende hacer cine con nuestra obsesión por la cultura popular, las conexiones, las referencias, sobre el dato oscuro enciclopédico. Se puede interpretar como un comentario sobre los que dedicamos un montón de tiempo a cosas “que no tienen importancia”. ¿Es una crítica a nuestras aficiones? No lo sé. Es un retrato inteligente de nuestras vidas en ese momento en el que no tenemos un objetivo, referente, claro. Cuando los tiempos son confusos y no sabes por dónde tirar. Así, el relato resulta tan desorientado como su héroe, lo que se compensa por una constante presentación de imágenes, momentos, personajes, frases, que mantienen el interés. De cosas que molan. Tras un planteamiento que recuerda a La ventana indiscreta (1954) el protagonista persigue el fantasma de una mujer, como en Vértigo (1958). Son solo dos de las innumerables conexiones cinéfilas: el planetario de Rebelde sin causa (1955) -y de La La Land (2016)-, la enloquecida figura del compositor, muy similar al arquitecto de Matrix Reloaded (2003). Por todo esto, esta historia solo podía ocurrir con Hollywood como escenario, en el subsuelo oculto bajo el famoso letrero en la colina.
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