Apostando por un talento emergente como Jordan Peele -Déjame salir (2017) y Nosotros (2019)- vuelve a la televisión una serie verdaderamente mítica y seminal como The Twiligth Zone. Creada por el guionista Rod Serling en 1955, se trata de una antología de breves relatos de ciencia ficción y fantasía, sin la que seguramente no existirían Expediente X, Perdidos o Black Mirror. La idea de Peele emulando a Serling generó unas expectativas muy altas sobre el proyecto. Lamentablemente, hay que decir que el resultado ha sido decepcionante. La razón parece ser fácil de señalar: esta nueva 'dimensión desconocida' ha sido valiente al plantear sus episodios como comentarios sociales y políticos de la realidad actual en Estados Unidos. Quizás demasiado valiente, porque las historias que sirven de vehículos para esos -importantes- mensajes no son precisamente brillantes, originales o entretenidas. Una pena. Ejerce de front runner Simon Kinberg, productor de las últimas películas y series de X-Men -acaba de dirigir X-Men: Fénix Oscura (2019)- lo que no es precisamente una garantía de calidad. Antes he mencionado Black Mirror, serie que ha recogido el espíritu -actualizado- de la creación de Rod Serling, con un tono, eso sí, mucho más descreído y renunciando al humanismo de aquella. La comparación es inevitable y desde luego no puedo decir que esta nueva The Twilight Zone esté a la altura de la pesadilla tecnófoba de Brooker, que impone una mirada muy reconocible, que no encontramos en los 10 episodios de esta reinterpretación. Pero también es verdad que, últimamente, ni siquiera Black Mirror parece estar a la altura de Black Mirror. Paso entonces a comentar episodio por episodio, con spoilers.
Nightmare At 30,000 Feet está inspirado en el episodio clásico, de 1963, Nightmare At 20,000 Feet, firmado por Richard Matheson, protagonizado por William Shatner y dirigido por Richard Donner. Mencionemos de entrada un par de guiños al original, como que aquí el capitán del vuelo se llame precisamente, Donner (Nicholas Lea) y que se puede ver a la criatura de aquella, convertida en muñeco tirado en la playa. Dicho episodio ya tuvo un remake en el largometraje En los límites de la realidad (1983) dirigido por George Miller y con John Lightgow como protagonista. En ambas versiones, un gremlin -justo antes de los Gremlins (1984) -y por cierto, Joe Dante también participó aquella película con el segmento It´s a Good Life- saboteaba el avión. Aquí, la primera decisión creativa no deja de ser una pequeña decepción, el gremlin ha sido sustituido por un MP3. La idea, sin embargo, me parece afortunada, porque permite mantener la dinámica del argumento: nadie cree al protagonista, Justin Sanderson (Adam Scott), ahora un reportero de guerra afectado por estrés, que escucha un podcast que parece haber sido grabado en el futuro y que relata el accidente sufrido por el avión en el que viaja. El argumento juega con temas como el clima de paranoia política actual. El escenario vuelve a ser un avión, medio de transporte siempre inquietante. Al miedo natural a volar, esta versión de 2019 suma la preocupación por el terrorismo, que parece implícita en el destino del viaje, Tel Aviv. Mencionemos también un tema recurrente en la ficción actual, el de las fake news ¿Se puede fiar el protagonista de una información cuyo origen desconoce? La incertidumbre crece por la presencia de un misterioso agente federal en el vuelo y de un testigo de la mafia rusa. Al final la amenaza del podcast se convierte en una profecía autocumplida, los pasos que el héroe da para evitar el destino son precisamente los que lo producen. El enemigo es el otro, pero también él mismo. 6/10
Replay habla también de un destino imposible de cambiar y utiliza un elemento tecnológico pero antiguo, una vieja cámara de vídeo -en nuestra era digital de smartphones- que al rebobinar, hace retroceder el tiempo. Esto permite a la protagonista, una abogada afroamericana, Nina Harrison (Sanaa Lathan) cambiar los acontecimientos al repetir acciones, buscando resultados diferentes. La constante es un policía racista -inquietante Glenn Fleshler- que aparece una y otra vez, sin importar las decisiones que tome Nina -que busca desesperada diferentes opciones, a la manera de Atrapado en el tiempo (1993)-. El episodio juega abiertamente con el racismo, con las noticias de policías blancos disparando contra afroamericanos inocentes, pero también apunta a los afroamericanos que, tras superar su estatus de marginados, olvidan sus orígenes. La idea de un policía racista que persigue sin cesar a los protagonistas puede parecer muy obvia, pero creo que ahí radica su atrevimiento: en decir directamente que en los Estados Unidos actuales un afroamericano puede sentir miedo de un policía blanco, que, en teoría, debería protegerle. Hay una referencia interesante a Black Panther: Nina dice haber visto la película de Marvel dirigida por Ryan Coogler, pero el tío Neil (Steve Harris) que se ha quedado en el barrio, apela directamente al cómic, expresando, quizás, una mayor autenticidad. 6/10
A Traveler. Glen Morgan es uno de los guionistas clave de Expediente X y aquí se encarga de firmar un texto que refleja temas de aquella serie creada por Chris Carter -conspiraciones, OVNIs- que, evidentemente, estuvo muy influenciada por la ficción original de Rod Serling. Se habla aquí, entonces, de Estados Unidos, un país de mayoría blanca anglosajona que impuso su cultura, religión, idioma y tradiciones a los nativos y a otras minorías. Esto se refleja en el personaje de Yuka (Marika Sila), una inuit, y en el uso como escenario las fiestas más tradicionales posibles, las Navidades. A Yuka se contrapone el patriotismo de bandera encarnado por un sheriff, Greg Kinear, un americano de manual en Alaska, algo así como un puesto fronterizo de cara a los rusos, siempre enemigos, aunque aparezcan aquí nuevos rivales como Corea del Sur. Este discurso sobre el tejido ideológico de América está muy bien reflejado en el microcosmos de un pueblo pequeño y todavía mejor resumido en la comisaría que sirve de escenario a casi todo el episodio. Llegaremos a sentir que conocemos ese pueblo. Sobre sus vecinos sobrevuela el tema de las fake news, como reflejo de los miedos, los prejuicios, los celos y la envidia, que, acaban enfrentando y dividiendo a cualquier sociedad. El detonante de esto es un misterioso visitante, que como La Cizaña de aquel álbum de Astérix, consigue enfrentar a los vecinos entre ellos. Este personaje está bien interpretado por Steven Yeun -The Walking Dead, Burning (2018)- con gran capacidad para la ambigüedad. La puesta en imágenes del guión de Morgan es fantástica, a cargo de Ana Lily Winpour -Una chica vuelve a casa sola de noche (2014)- cuya cámara se mueve con soltura por el reducido espacio de la comisaría, estudiando los rostros de los personajes, mostrando el aislamiento de Yuka y el misterio del viajero. Morgan se las arregla para fabricar una historia que parece inocente, con aires a ciencia ficción de los 50, con guiños a Richard Matheson y a la serie Kolchak, pero cuyos temas son absolutamente actuales. 8/10
El Niño -The Wunderkid- se plantea como una sátira política de premisa ingeniosa: ¿Y si un niño participara en las elecciones presidenciales estadounidenses? La idea remite a la inocencia de los años 50, que planea sobre todos los episodios de esta temporada, pero un giro nos lleva a pensar también en un episodio clásico de The Twiligth Zone de 1953, que tuvo remake en el largometraje de 1983: It's a Good Life, en el que un niño aterrador tiene poderes infinitos. El planteamiento puede parecer ridículo, pero inevitablemente te hace pensar en el ocupante actual de la Casa Blanca: nadie pensó que un personaje con semejante discurso -infantil- podría convencer a los votantes. Por lo que el mensaje resulta demoledor. El guión pone también el acento en los listos del marketing que se ponen medallas por manipular a las masas con los trucos más baratos, como si todo fuera un juego. Estos son interpretados por John Cho y la estupenda Allison Tolman. Les da la réplica nada menos que Jacob Tremblay, el niño de Room (2015), estupendo en su capacidad de cambiar de registro. Lamentablemente, la idea del episodio acaba careciendo de recorrido y termina dando vueltas sobre sí misma. 6/10
Six Degrees of Freedoom tiene un planteamiento que entusiasma: una nave espacial destinada a ser el primer paso para colonizar el planeta Marte despega justo en el momento en el que una guerra nuclear acaba con la vida en el planeta Tierra. Así, los tripulantes de la nave Bradbury -obvio homenaje al gran escritor de ciencia ficción, autor de Crónicas Marcianas- se saben los últimos representantes de la humanidad, con todo el dolor y el peso que ello conlleva. Con guión de Glen Morgan y Heather Anne Campbell, y dirigido por Jakob Verbruggen -El Alienista- el argumento que no esconde referencias a 2001: Una Odisea del espacio (1968) nos encierra en la nave espacial e intenta hacer un estudio psicológico de los personajes, sin conseguirlo del todo. El gran conflicto es aceptar el fin de la vida en la Tierra y la muerte de los seres queridos, lo que lleva a algunos a negar la realidad con elaboradas teorías de la conspiración que ponen en duda lo que es real y lo simulado, probablemente, el gran tema de esta temporada de The Twilight Zone. No revelaré el final de la historia, pero es bastante interesante y eleva el nivel tras un desarrollo algo plano. 7/10
Not All Men aborda el machismo desde una perspectiva de ciencia ficción de los años 50, cuando unos meteoritos caen en un pueblo, convirtiendo a todos los hombres en bestias. Salen a relucir los peores aspectos del género masculino, como la violencia, la rabia, la inseguridad, los celos, el acoso y la agresión sexual. Protagonizan Tassa Farmiga y la estupenda Rhea Seehorn -Better Call Saul-. El capítulo, dirigido por Christina Cheo y escrito por Heather Anne Campbell, juega primero, de forma costumbrista, con los tópicos de las relaciones entre hombres y mujeres. Ojo porque nos dice que incluso los hombres más feministas esconden en su interior una bestia. Según avanza el argumento, este adquiere tintes apocalípticos, convertidos los hombres en infectados por el contagio de los meteoritos, representando, por qué no decirlo, el miedo que siente cualquier mujer que vuelve sola a casa de noche. La sorprendente revelación final -estáis avisados del spoiler- resulta algo obvia, pero también plantea una tesis arriesgada: los meteoritos no tienen nada que ver con lo que ha pasado en los hombres, ellos han decidido convertirse en animales. No como Cole (Percy Hynes White), para mas señas, homosexual, que 'decide' no sucumbir a sus bajos instintos. No sé si estoy del todo de acuerdo con la tesis, pero desde luego es digna de aplauso por su atrevimiento. 7/10
El miedo al otro es uno de los temas recurrentes del terror y la ciencia ficción: el extraño, el diferente, el zombie, el extraterrestre, el extranjero, y ahora, el inmigrante. Pero hay un terror todavía mayor: el de convertirnos, nosotros mismos, en el otro. Pasar al otro lado. Este capítulo, Point of Origin, funciona como una pesadilla kafkiana que se nutre de terrores tan reales como las terribles imágenes que hemos visto en los telediarios sobre la política (anti)migratoria de la administración de Donald Trump, las de familias de inmigrantes separados cruelmente. Un tema muy de actualidad que se convierte en ciencia ficción cuando una madre de familia de clase media alta -su relación con su empleada doméstica es el reverso oscuro de Roma (2018)- es detenida también por ser una supuesta inmigrante de otra dimensión -llamados 'pilgrims' en clara referencia a aquellos pioneros que han construido los EE.UU- que ha olvidado su origen, un planteamiento muy similar al de Nosotros (2019) del propio Jordan Peele. Muy de su estilo también el uso del helado como elemento siniestro, pero cotidiano. Mencionemos también guiños a Richard Matheson y a la cifra 1050, recurrente esta temporada. Un eficaz ejercicio narrativo muy en la línea de la serie clásica. 7/10
The Blurry Man es un juego de metaficción -originalmente el último de la temporada- sobre la propia serie de The Twilight Zone y sobre esta nueva recuperación de la idea de Rod Serling. Lo que se plantea es, sobre todo, la figura del autor, en este caso un guionista que sufre bloqueo creativo: primero parece tratarse de Seth Rogen, pero enseguida descubrimos -atención spoiler- que se trata del propio actor interpretando un papel en la serie. Jordan Peele se sale de su papel de narrador y se interpreta a sí mismo, descubriendo que la verdadera protagonista es la estupenda Zazie Beetz -Atlanta-. Con una clara inspiración en el capítulo clásico Time Enough at Last, este episodio propone directamente la disyuntiva que parece haber marcado esta temporada: ¿Queremos buenas y aterradoras historia de ciencia ficción escapista o reflexiones sobre nuestra sociedad? Esto que la serie clásica mezclaba muy bien, ha resultado ser el principal talón de Aquiles de The Twilight Zone en 2019, que prefiere, claramente, mandar mensajes y tocar temas sociales y políticos antes que entretener. El episodio se decanta luego por los momentos de terror, encarnados en la inquietante figura de ese 'hombre borroso' que se cuela en todos los planos, que persigue a la protagonista y hasta aparece en las hojas de una libreta. El capítulo acaba hablando de los miedos del creador, del bloqueo creativo y de su responsabilidad social. 8/10
The Blue Scorpion es otro episodio escrito por Glen Morgan y aunque no puedo decir que la historia sea satisfactoria, destaca sobre el resto de entregas de esta primera temporada de The Twiligth Zone al huir del comentario sociológico o político para plantear simplemente un relato, de intriga psicológica. El protagonista, Jeff Storck (Chris O'Dowd) hereda de su padre una pistola que parece tener vida propia. Si el episodio tiene algún mensaje, este es sin duda esquivo. La historia es interesante sobre todo cuando explora la mística de una generación anterior, la del padre de Jeff, un rockero hippie, de una época en la que existían las leyendas, la magia, lo desconocido, o incluso, en el que los objetos tenían mucho más valor y hasta vida propia. El descenso a los infiernos del protagonista -siempre psicológico- que desencadena una ruptura sentimental, parece, sin embargo, alargado. 6/10
El canal SyFy español dejó para el final el que en Estados Unidos fue el primer episodio de The Twiligth Zone de Jordan Peele. Una decisión curiosa porque es seguramente el mejor de todos. The Comedian es el único capítulo que ofrece una verdadera satisfacción al espectador. El único que parece redondo. El episodio se beneficia de una estupenda interpretación del cómico Kumail Nanjiani -La gran enfermedad del amor (2017)-, nominado a un Emmy por esta interpretación. La idea, curiosamente, reincide en la que parece ser la gran duda de los guionistas de esta temporada -aparece también en The Blurry Man- que plantea si una obra de arte debe entretener -en el caso de un cómico, hacer reír- o hacer pensar al espectador -el fallido monólogo sobre el control de armas del protagonista-. Así, la historia tiene un planteamiento original: el monologuista fracasado tiene un encuentro con un humorista famoso (Tracy Morgan), una figura mefistofélica que le ofrece una suerte de pacto. Tendrá risas garantizadas si habla de su propia vida -algo habitual en el stand up comedy- pero a cambio perderá a sus seres queridos, familiares y amigos, que mencione por su nombre sobre el escenario. Obviamente, este diabólico poder acabará tentando al protagonista. Un buen episodio que hace pensar que, si el resto de entregas hubieran estado a la altura de este, habríamos tenido una temporada de The Twilight Zone memorable. 9/10