James Wan es para mí uno de los directores actuales a seguir, por su inmenso talento detrás de la cámara, su inventiva visual y porque con él la diversión está garantizada. El autor de Saw (2004), Silencio desde el mal (2007) y de la saga de Insidious, ha firmado en el diptíco sobre los Expedientes Warren dos artefactos imprescindibles del género del terror que ofrecen una experiencia inolvidable de sustos en una sala de cine. No se puede decir lo mismo de los derivados surgidos del ‘Warrenverso’. Las películas sobre Annabelle (2014) y La monja (2018), aunque simpáticas y con algunos aciertos, son francamente mediocres. Pero ahora llega esta Annabelle vuelve a casa. La tercera película dedicada a la muñeca poseída -inspirada en un caso real del matrimonio Warren- sorprende por estar a la misma altura que las películas de Wan. El director Gary Dauberman, guionista de las anteriores cintas mencionadas sobre la muñeca y la monja, firma aquí una ópera prima impresionante que le coloca como alumno aventajado de Wan. Hay que alabar la forma en la que Dauberman prepara los sustos en cada secuencia, desesperando al espectador haciéndole esperar hasta el último segundo, sin abusar de los jump scares y prescindiendo muchas veces de la música, utilizando el silencio de forma ejemplar y creando, además, modélicas atmósferas terroríficas. Dauberman tiene varias ideas afortunadas (cuidado spoilers) como la escena del cementerio, las monedas que caen, el juego de luces de la lámpara de colores, la pantalla que proyecta una imagen desincronizada o el apunte 'meta' del exorcismo proyectado en la pared en Super-8. Un derroche de inventiva que mantiene el interés durante todo el metraje. El guión no se queda atrás, proponiendo leyendas, demonios, espíritus y fantasmas nuevos, que amplían la mitología de la franquicia en lo que amenaza con ser una fuente inagotable de spin-offs. Dauberman consigue algo que me parecía imposible: que no eches de menos a James Wan. Ayuda sin duda que aparezcan aquí los titulares de la franquicia, los magníficos y carismáticos Vera Farmiga y Patrick Wilson, en papeles más amplios, lo que aporta la sensación de estar viendo, casi, una tercera parte de The Conjuring. A esto también ayuda la escalofriante música del compositor habitual de Wan, Joseph Bishara. La película está protagonizada por tres competentes chicas: Madison Iseman, Katie Sarife y la estupenda McKenna Grace -Un don excepcional (2017)- como la hija de los Warren. Si os gusta el terror no dejéis de ver esta película por nada del mundo.
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