TIEMPO -EL PODER DE UNA IDEA


Si algo ha caracterizado la obra de M. Night Shyamalan es su capacidad para fabricar inquietantes thrillers con aspiraciones comerciales que reflejan los miedos contemporáneos. Tiempo -Old, en el original- cumple con todo esto, pero además es probablemente, junto a la estupenda El incidente (2008), su obra más abstracta, más cerebral. Shyamalan crea una (falsa) realidad Hitchcockiana en un entorno de lo más cotidiano: un hotel vacacional al que acuden familias para disfrutar de la playa. Un escenario frío y distanciado que nos aterroriza, no sabemos muy bien por qué, y que el director conjuga con momentos distendidos en la playa, casi como el Spielberg de Tiburón (1975), en un prólogo prodigioso. Luego está el estimulante planteamiento de la historia: una playa en la que todos envejecen varios años en unas pocas horas. Una premisa a mitad de camino entre un episodio de La dimensión desconocida y Perdidos que Shyamalan aprovecha al máximo, generando con sus personajes momentos de terror existencial que calan hondo. La poderosa idea de partida sirve para plantear todo tipo de cuestiones metafísicas sobre la vida, el tiempo, el temor a envejecer y a las enfermedades, a la decadencia física. Y quizás una cuestión central ¿Vale la pena dedicar nuestro tiempo a perseguir sueños, el éxito, o cualquier otro requisito que se nos ocurra para ser felices, o es mejor disfrutar lo mejor que se pueda con lo que tenemos? Shyamalan imprime en su relato un tono desasosegante, que parece no dejar escapatoria a sus personajes y trufa el argumento con sustos constantes e imágenes de puro terror, un poco en la misma línea de la reciente y divertida La visita (2015). La única pega que puedo ponerle a Tiempo es la sensación de que esa idea tan poderosa se queda corta, de ahí que Shyamalan necesite un prólogo -estupendo- y un epílogo para completar el metraje. Los últimos minutos del film, creo yo, pecan de ser demasiado explicativos: personalmente prefiero que se dejen las cosas en el misterio, abiertas a la interpretación. Además, Shyamalan se introduce a sí mismo dentro de la historia, en un cameo que tiene mucho de metaficción y que casi rompe la cuarta pared. Y retomando lo dicho al principio, el autor incide en uno de los mayores miedos actuales, el del bien de muchos a costa de la vida de unos pocos, un dardo directo contra las farmacéuticas que demuestra una gran valentía. Interpretaciones aparte -con las que podéis estar de acuerdo, o no- Tiempo es para mí una de las películas más interesantes del año.

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