CIVIL WAR -EL OBJETIVO


¿Puede una fotografía cambiar el curso de una guerra? El director británico Alex Garland firma una de las películas del año con Civil War (2024). Especializado en ciencia ficción, Garland ya nos ha hablado de la inteligencia artificial, de un desastre ecológico y, en un tono más bien fantástico, de la masculinidad tóxica, en sus últimas y sobresalientes películas. Ahora se atreve a plantear un escenario que puede parecer demasiado inmediato: una nueva guerra civil en territorio de Estados Unidos que, claramente, se aprovecha de la feroz división social y política en ese país o de hechos tan recientes como el asalto al Capitolio de 2021. Estamos hablando de un país que tiene registrado en celuloide el asesinato de uno de sus presidentes, por lo que resulta provocador que Garland proponga como argumento la carrera contra el tiempo de un grupo de periodistas para entrevistar al jefe del estado, atrincherado en la Casa Blanca, antes de que sea depuesto o, directamente, asesinado. La película utiliza este trasfondo bélico, escalofriantemente cercano, para mostrarnos a soldados con uniforme estadounidense atacando a soldados con los mismos uniformes y armas, defendiendo algunos de los símbolos de la democracia de esa nación. ¿Tiene algún sentido el enfrentamiento? Garland no explica en ningún momento qué ideas defiende cada bando: en realidad, poco importa, ya que la tragedia es que no hayan sido capaces de ponerse de acuerdo. El director británico consigue una potente imagen de ciencia ficción con una escena completamente plausible: un helicóptero de ataque Apache acribillándolo todo a su paso por las calles de Washington D.C. En su mayor parte, Civil War es una película afincada en el realismo, que evita lo espectacular, y no enseña nunca quiénes mandan sobre los ejércitos, mostrándonos tiroteos a pie de calle, solitarios francotiradores de identidad desconocida, paletos de la Asociación del rifle (Jesse Plemons) que, por fin, se han liberado de la autoridad del Estado para imponer su violencia. Como espectadores de la barbarie, Garland propone cuatro periodistas: una fantástica Kirsten Dunst acompañada por Wagner Moura, Cailee Spaeny y Stephen McKinley Henderson -todos estupendos-. Civil War es una película sobre el periodismo: en los primeros planos de la película, el personaje de Dunst saca una foto del televisor que emite un discurso bélico del presidente (Nick Offerman) mientras, a través de la ventana de su habitación de hotel, se pueden ver columnas de humo. Garland pone en un solo plano un mensaje mediatizado y controlado por el Gobierno mientras fuera, a pie de calle, están los hechos reales a los que la protagonista tendrá que enfrentarse durante toda la película. Dunst es una periodista de guerra, la única especialidad -quizás- que sigue salvaguardando la esencia de una profesión devaluada por el entretenimiento capitalista, el sensacionalismo y el sesgo ideológico. Dunst representa una forma perdida de contar lo que pasa en el mundo. No debe ser casualidad que el personaje de Spaeny lleve una cámara analógica, cargada de película en blanco y negro. Garland alude a esos fotoperiodistas que, con una instantánea, todavía tenían el poder de cambiar la opinión pública sobre una guerra. ¿Dónde estarán?

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