IDENTIDAD BORRADA: PADRES E HIJOS



Ha querido la casualidad que Identidad borrada se estrene en España cuando se vive con indignación la noticia de la terapia para gays que organiza el arzobispado de Alcalá de Henares. La película narra la historia, real, de Garrard Conley, cuyos padres, profundamente religiosos, decidieron someterle a un programa para homosexuales, experiencia plasmada en sus memorias, Boy Erased. En la película, el protagonista es Jared Eamons, interpretado por un perfecto Lucas Hedges -le recordaréis en un papel similar en Lady Bird (2017)- que encarna las dudas, los miedos y sobre todo la culpa propios de un joven que ha sido educado en un ambiente intolerante, retrógrado e hipócrita. Los padres de Jared son nada menos que Nicole Kidman y Russell Crowe, físicamente caracterizados para sus papeles, que encarnan con solvencia. Dirige el actor Joel Edgerton, que firma su segunda película tras el estupendo thriller El regalo (2015). Edgerton consigue en este drama una tensión y una incomodidad similares, en las escenas del sádico tratamiento pseudopsicológico al que deben someterse los homosexuales. Edgerton, que encarna también al siniestro director del programa Victor Sykes, dota a estas escenas de un clima opresivo casi de pesadilla, que solo se alivia con los flashbacks que nos muestran las breves experiencias del protagonista en sus primeras experiencias sentimentales. Destaquemos la presencia, nada menos, que del director Xavier Dolan -Mommy (2014), Solo el fin del mundo (2016)- como uno de los problemáticos compañeros de Jared -es el del saludo militar- y de Flea -bajista de Red Hot Chili Peppers- como un aterrador instructor cuyos tatuajes de estrella de rock reflejan aquí un pasado conflictivo. Todos estos elementos funcionan razonablemente bien. Edgerton sostiene su película sobre los intérpretes: Lucas Hedge nos hace partícipes del dolor de su personaje sin alardes histriónicos, y a Nicole Kidman demuestra, le basta una sola escena clave, para recordarnos que es una gran actriz. Edgerton tiene, además, algunas ideas estupendas de puesta en escena: el duro y tenso episodio de las literas, con el chirrido de las camas en off, convertido luego en el siniestro traqueteo que marca el ritmo del momento más duro de la película. Pero si bien el tema de la represión, el fanatismo religioso y la homosexualidad son importantes en Identidad borrada, creo que la verdadera intención de Edgerton es hablar de padres e hijos. El film plantea que, aunque solemos darle mucha importancia a nuestras relaciones sentimentales o incluso a las amistades, el vínculo verdaderamente valioso es el que tenemos con nuestros hijos. Jared podría haber sido homosexual, como podría haber sido cualquier otra cosa. El problema está, obviamente, en sus padres, no en él. Sobre todo, en las expectativas que tienen esos padres con respecto a su hijo. En este sentido me parece que la película da una lección de vida al establecer que la relación paternofilial es de dos vías. Porque los hijos también tienen expectativas con respecto a sus padres. Y quizás estas son mucho más difíciles de satisfacer.

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