En sus primeras entregas, la serie sobre Boba Fett (Temuera Morrison) es una estupenda revisión del western, con sus grandes paisajes, pueblos sin ley, tribus de indios -los moradores de las arenas-, el asalto a un tren o diligencia, y sus duelos entre pistoleros. El western siempre ha estado presente en Star Wars, y de hecho, el gran atractivo del misterioso Boba Fett era ser la mezcla de una armadura medieval, un astronauta y un pistolero sin nombre, tomando como referencia al Clint Eastwood de la trilogía del dólar de Sergio Leone. Sin embargo, hay que constatar que todo eso ya lo había aprovechado Favreau para el protagonista de The Mandalorian, cuyas aventuras son, en realidad, las que habíamos soñado para el propio Fett. Tras la resurrección del personaje original, había que buscarle su propia personalidad, que ha acabado siendo el resultado de su madurez. Este Boba Fett es un viejo pistolero que, tras volver a la vida, ha cambiado completamente. Favreu nos regala así una suerte de western crepuscular, en la que el antihéroe debe luchar contra todos a pesar de haber perdido facultades físicas. Por otro lado, los guiones de Favreu se esmeran por conectar las dos primeras trilogías con la historia de Fett, utilizando flashbacks de las precuelas en las que conocimos a su padre, Jango Fett, y contándonos lo ocurrido después de El regreso del Jedi (1983). Si a todo esto unimos una buena ración de fan service -¿Qué tendrá de malo?- y mucho sentido del humor -el androide 8D8 con la voz de Matt Berry- no sé qué más se puede pedir.
Por si fuera poco, la serie culmina con un episodio dirigido por Robert Rodríguez que es un auténtico festín de acción y guiños, de nuevo, al western -Los siete magníficos (1960)- y al cine de monstruos gigantes -de King Kong (1933) a Ray Harryhausen- donde las escenas de lucha no son meros trámites: la forma en la que los héroes luchan contra los droides protegidos por campos de fuerza es ejemplar y verdaderamente emocionante. Creo que Favreau ha demostrado con estas series que la forma correcta de hacer Star Wars es volver a lo básico, al sentido de la maravilla, a la inocencia y al disfrute infantil, evitando complicaciones innecesarias como buscar un tono más adulto u oscuro. Es irrelevante si El libro de Boba Fett ha acabado siendo el prólogo de la tercera temporada de The Mandalorian: es pura diversión. Personalmente, yo quiero más.
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