James Gunn está ahora mismo en una posición de privilegio en la industria audiovisual que le permite trabajar con grandes presupuestos y una relativa libertad creativa en las dos principales franquicias de superhéroes del momento, Marvel y DC. Un logro que tiene mucho valor si recordamos que los orígenes de la carrera de Gunn están en la productora Troma, especializada en cine gore de serie Z, de presupuestos ínfimos. Todavía más impresionante es que desde Troma a Marvel -propiedad de Disney-, Gunn haya conseguido mantener su personalidad y sobre todo su sentido del humor. El espíritu que muestra Gunn, ya como autor, en Slither (2006) se mantiene en su película más reciente, la estupenda El Escuadrón Suicida (2021), de la que surge la serie El Pacificador disponible en HBO Max. Aquí encontramos a James Gunn en estado puro: una comedia negra con elementos fantásticos, un humor de amplio espectro -que va desde la sátira social hasta lo escatológico, pasando por el absurdo-, gore y momentos de terror. El argumento retoma al personaje del Pacificador, un superhéroe marginal de la editorial DC Comics, un violento antihéroe capaz de matar para mantener la paz. Para James Gunn, los superhéroes no son precisamente un encargo: tiene dos aproximaciones al género, eso sí, con una vuelta de tuerca. Dirigió la paródica Super (2010) -precedente directo de esta serie- y produjo El hijo (2019), una reimaginación de Superman en clave de terror. En El Pacificador, Gunn se recrea en los ridículos trajes y cascos del protagonista y de otros personajes como el Vigilante (Freddie Stroma) o del minúsculo villano Judomaster (Nhut Le); y utiliza la figura del superhéroe para poner en entredicho las convenciones sociales. Gran parte del humor de la serie es colocar a personajes corrientes, hablando en lenguaje coloquial en situaciones propias de un tebeo de superhéroes, jugando, además, a desmitificar toda la épica de estos personajes. En este sentido creo que no es descabellado hablar de un humor similar al de los hermanos Coen en sus obras dedicadas al cine negro, pobladas de criminales idiotas y policías chapuceros. Hay que alabar la capacidad de Gunn, además, para dirigir a sus actores, consiguiendo que el musculoso John Cena despliegue su vis cómica, pero también, que resulte humano y tremendamente cercano. Eso a pesar de que su personaje es el prototipo de superhéroe fascista -pensemos que Alan Moore lo utilizó como uno de los referentes para crear al Comediante en Watchmen- y enamorado de las armas. Gunn sitúa a su antihéroe en un ambiente white trash de racismo y nazismo -su padre es un supremacista interpretado por un estupendo Robert Patrick, en un papel que normalmente habría encarnado Michael Rooker en la filmografía de Gunn- que fácilmente se puede identificar con el votante medio de Donald Trump. Pero el riesgo que asume Gunn es mostrar a estos personajes como seres humanos con virtudes y defectos y, sobre todo, con capacidad de cambiar y evolucionar. Una cosa que se le da muy bien a Gunn es conseguir que sus personajes nos importen y nos emocionen, a pesar de ser sujetos imbéciles a los que hemos visto protagonizar momentos de auténtica vergüenza ajena. El Escuadrón Suicida y El Pacificador, que James Gunn firma para DC, son la versión sin censura de sus estupendos y carismáticos Guardianes de la Galaxia para Marvel. Y si en aquellas podíamos disfrutar de una banda sonora llena de temas pop gracias a la excusa la cinta cassette de Star-Lord (Chris Pratt), aquí Gunn recicla la idea convirtiendo al personaje de Cena en un fan del heavy y del glam rock lo que permite momentos muy divertidos. El Pacificador es una de las series más entretenidas que se pueden ver ahora mismo. Solo con ver su original cabecera, estaréis irremediablemente enganchados.
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