Con Guardianes de la Galaxia (2014), James Gunn consiguió el éxito con una película de superhéroes que, dentro del Universo Cinematográfico de Marvel, apostaba por la comedia directa, una aproximación que tiene más que ver con Los cazafantasmas (1984) que con Superman (1978) -recordemos los orígenes de Gunn en la productora Troma, dedicada, casi siempre, a la parodia-. Tras esta, Marvel Studios apostó por más cintas del mismo estilo y el propio Gunn trasladó el concepto a DC con Escuadrón Suicida (2021). Basta ver la reciente Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones (2023) para darse cuenta de que el blockbuster actual podría seguir el mismo camino. Ahora, Gunn se encarga de cerrar la historia de un grupo de personajes, poco conocidos en los cómics originales, que el director ha convertido en populares y queridos por el público. Y lo hace con una cinta que repite los esquemas de las dos primeras entregas: un grupo de (anti)héroes que vive una aventura de fantasía y ciencia ficción, con muchísimo humor, pero también espacio para el desarrollo dramático y las emociones humanas. La película es, quizás, excesiva en la cantidad de personajes, tramas y situaciones que plantea, pero Gunn hace un buen trabajo para equilibrar todos los elementos en juego y darle a cada cosa su espacio. Guardianes de la Galaxia Vol. 3 es un epílogo de la primera gran etapa de Marvel Studios, que acababa con Vengadores: Endgame (2019), y que resuelve incógnitas de aquella, como el destino de Gamora (Zoe Saldaña) y su relación con Peter Quill (Chris Pratt), además de continuar lo planteado en Guardianes de la Galaxia Vol. 2 (2017) donde fue presentado Adam Warlock (Will Poulter), y, sobre todo, se resuelve el misterio existente desde el inicio mismo de la saga ¿Quién es Rocket (Bradley Cooper)? Este exceso de ideas, sin embargo, permite a Gunn plantear una historia entretenida, repleta de situaciones estimulantes y divertidas. Lo mejor de las películas de Guardianes de la Galaxia es su estilo visual, desde el diseño de producción hasta la fotografía y aquí hay varias oportunidades para desarrollar ideas soprendentes. Los ambientes fantásticos que Gunn va creando en diferentes planetas y naves espaciales, le permiten fabricar algunas de las imágenes más bonitas del cine reciente, acompañadas, además, de la acotumbrada playlist del director, esta vez centrada en temas de los años 90. La película es, por otro lado, una delicia para el fan de la ciencia ficción cinematográfica, con referencias que van desde la inocente sci-fi de los 50, pasando por la serie Star Trek y hasta llegar a 2001: Una odisea espacial (1968) -que cuenta con varios guiños-, El planeta de los simios (1968), Star Wars (1977), o Alien (1979). Especialmente divertido es el pasaje dedicado a la Contratierra y los ani-hombres, que recuerda a la serie The Twilight Zone de una forma tan hilarante como aterradora. Esta última entrega de Guardianes de la Galaxia mantiene el humor familiar de la saga, pero Gunn se permite esconder también momentos aterradores, escenas muy gore, y un humor salvaje. La trama que implica al Alto Evolucionador (Chukwudi Iwuji) recuerda al doctor Moreau, a un siniestro doctor Frankenstein que realiza experimentos a lo David Cronenberg -ojo a la estación espacial hecha de piel humana-. Todo muy creepy, lo que sorprende en un entretenimiento para todos los públicos. Y es que Gunn se despide Marvel pensando que los fans de sus Guardianes -película estrenada en 2008- son ya mayorcitos y están preparados para cosas más fuertes ¿Le seguirán a DC?
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