SICA -EL MAR


A pesar de plantear la problemática y penurias económicas de los pescadores en la costa gallega, Sica de Carla Subirana -este es su primer largometraje de ficción- tiene más que ver con el cine-poético que con el cine social y realista, si es que esta distinción es posible. El paisaje, la playa y sobre todo el mar, no son solo un escenario, sino presencias poderosas que parecen reflejar las dudas existenciales de los personajes, sin ofrecer respuestas. Las olas que rompen en la playa, los cangrejos que caminan sobre la arena, parecen ajenos al drama humano que nos cuenta la película: un barco pesquero se ha perdido dejando huérfana a Sica (Thais García Blanco) y posiblemente viuda a la madre de esta (Núria Prims). Sica decide entonces acudir a la playa, cada día, esperando que el mar devuelva los cuerpos de los pescadores. Se establece entonces un juego entre la mirada perdida de la niña y las aguas profundas del mar, y con el horizonte que se pierde en la distancia. Sica es una película de misterios, en el que el mar representa lo desconocido -el paradero del padre, el secreto de la madre, la muerte- y la naturaleza acaba subyugando a los personajes y convirtiéndolos en marginados, como la propia Sica y como su amigo, el 'cazatormentas' (Marco Antonio Florido). Sica es una película de trama mínima pero imágenes preciosas -la fotografía corre a cargo de Mauro Herce, ganador del Goya a la mejor fotografía por Lo que arde (2019)- y de atmósferas que transportan al espectador -la música la firma Xavier Font-. Una experiencia cinematográfica muy interesante.

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